Diario de León

EL RINCÓN

Club de los indispuestos

Publicado por
MANUEL ALCÁNTARA
León

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CADA vez hay más parados porque su empresa cierra, y más gente que deja de trabajar porque ha decidido pararse. El absentismo laboral está batiendo entre nosotros su propia plusmarca. Como decía el gran Tip, a casi todo el mundo le gusta más el plácido domingo que el jodío lunes. Antes era el día elegido para sufrir un cólico o verse moralmente obligado a llevar a urgencias a un pariente muy mayor que vive solo, ya que siempre ha amado la independencia más que cualquier otra cosa. La situación ha llegado hasta tal punto que el presidente de las Cámaras de Comercio ha dicho que «hay que convencer a los sindicatos de que deben dejar de proteger a los vagos». Quizá no sea correcto entender el sindicalismo horizontal como el derecho a permanecer en la cama varios días a la semana, pero lo cierto es que las ausencias al curro se han duplicado durante los tres últimos años. Si a eso unimos que somos el país con los jubilados más jóvenes del mundo, como aquel circo que exhibía los enanos más altos, se completa el panorama. Ni siquiera hay que añadir el alto número de ciudadanos, todos de exquisita sensibilidad, que tiene que pedir la baja por depresión. Ya sabemos que trabajar cansa, que dijo Pavese antes de optar voluntariamente por el descanso eterno. Los diccionarios etimológicos nos recuerdan que trabajar es palabra que deriva del latín «tripalium», que era una especie de cepo o instrumento de tortura. A los que no gusten tratar con diccionarios, se los recuerda el jefe de personal o el capataz. No será fácil superar la crisis y remontar la situación contando con tantos indispuestos, pero hay muchos compatriotas que están convencidos de que las cosas se solucionan siempre gracias a los otros. Y de que no tiene mérito levantar una maleta hacien do fuerzas.

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