Propósitos

POR ESTAS fechas todos hacemos proyectos, incluso los que tenemos un gran porvenir a nuestras espaldas. Por ejemplo, este seguro y tenaz servidor de ustedes tiene la firme intención de seguir fumando. Ojalá tenga la suficiente fuerza de voluntad para conseguirlo. Ha influido en mi determinación el hecho de que nunca hay que abandonar a un viejo amigo, por una parte, y por otra que me he enterado de que la depresión y el estrés son las principales causas que inducen a volver al tabaco. No serán esos mis motivos. Así como a muchos les prohíben el humo, yo me tengo prohibido tanto la depresión como el estrés, que hacen mucho más daño. Así que si Dios quiere, aunque no creo que tenga interés en eso, y me conserva el admirable autocontrol que me caracteriza, los estancos seguirán contándome entre sus mejores clientes, como desde hace sesenta y cinco años. No fui muy precoz en la iniciación.

En opinión de Paul Valery, toda vida debe ser una empresa de rectificación interior. Creo que parte de una idea de los teólogos medievales, que tenían tiempo para todo: la de «construirse un alma». No deja de ser curioso que dediquemos más tiempo a variar de hábitos que a cambiar de conducta. Habría que proponerse al principio de año no envidiar a nadie y no aburrirse cuando nos quedemos solos. La envidia y el tedio son los grandes enemigos. Hay que procurar reírse. De algo o de alguien, incluidos los botarates que no sirviendo para nada han decidido servir a la sociedad dedicándose a la sublime tarea de arbitrar la convivencia mediante la política. Cuando se emprende otro camino nunca se sabe si va a ser a peor que el anterior Año Nuevo, la misma vida. No una buena vida, sino una vida buena. En la medida de lo posible, que por cierto no

sabemos cuál es.