Diario de León

CRÓNICA SEMANAL | MANUEL CAMPO VIDAL

Zapatero sólo puede aliarse con Obama

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MANUEL CAMPO VIDAL
León

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TAL COMO están las cosas, la soledad de Zapatero solo puede ser aliviada por Barak Obama. Desencantados los diputados de Esquerra, dolidos los del BNG porque los socialistas gallegos les culpan en exclusiva de la pérdida de la Xunta y enfurecido el PNV por su inminente desalojo de Ajuria Enea después de 30 años de poder, al PSOE solo le queda para sobrevivir parlamentariamente el recurso de los catalanes. Y los catalanes comercian, pero son muy caros. De momento, Duran Lleida ni se pone al teléfono.

Así las cosas, a Zapatero sólo le quedan dos vías de alivio: la primera, un ambicioso programa de reformas, que incluya o no remodelación de gobierno, para establecer una amplia alianza social; y, complementariamente, una operación de imagen con Barack Obama. Ambos recursos están en marcha y llegarán en abril. Obama empezará su primera visita oficial a Europa por la casa de sus primos británicos pero allí estará Zapatero en la reunión del G-20. Algunos aún se ríen de la silla prestada, pero allí se sienta España. Seguirá por la cumbre de la OTAN y después en Praga la de la Unión Europea. Y allí se encontrará también con el Presidente español. Pero le queda un premio inesperado: Obama asistirá en Estambul a una cumbre de la Alianza de las Civilizaciones, el invento de Zapatero tan denostado por Aznar. Con Bush en el poder, aquello era una ingenuidad. Con Obama hasta puede hacer fortuna.

Pero los problemas graves están aquí: la crisis, la soledad parlamentaria y el desafío de un lendakari no nacionalista en Euskadi que ha puesto a prueba la madurez democrática del PNV. Mientras se va ganando, todos demócratas. Si se pierde el poder, se habla de «golpe de estado institucional», Urkullu dixit, o «es más probable ver un cerdo volando, que a Patxi López de lehendakari», como pronosticó Josu Erkoreka.

Mariano Rajoy, a quien sus críticos ya le han enviado un misil contra Ana Mato por las relaciones de su ex marido Jesús Sepúlveda con el presunto delincuente Francisco Correa, ha estado a la altura del reto. «En relación al País Vasco, es hora de la grandeza». Traducido: el PP facilitará la investidura de Patxi López sin regatear miserias. Que la precipitación del socialista Rodolfo Ares al anunciar el acuerdo aún por firmar, no lo estropee.

Entretanto José Montilla y Paulino Rivero, presidentes de Cataluña y Canarias, han tomado la iniciativa para reclamar esas reformas que todo el mundo piensa y nadie se atreve a decir en alto. Montilla pide un giro liberal y se presupone que Zapatero seguirá por esa senda. Rivero en Madrid pidió, en presencia de Rajoy, el pasado jueves, una reforma laboral en profundidad y, además, «que los funcionarios se pongan a trabajar en beneficio de la sociedad». Como suena.

Veníamos de la interesante reunión en Lleida, tres días antes, del Círculo de Economía. El vicepresidente de esa influyente entidad catalana, el profesor Anton Costas, pedía una reforma laboral y medidas contra el absentismo pero con la condición de que esa no fuera la única reforma acometida «para que no paguen siempre los mismos». Paulino Rivero fue más lejos provocando alborozo en el presidente de la Ceoe Gerardo Díaz.

En Madrid, mientras, las tertulias y las sobremesas se ven presididas por el run-run del cambio de gobierno posible y de lo que falta por salir en el lío de la corrupción en áreas populares. Sobre lo primero, nótese el silencio de José Blanco y el pase a primera línea de fuego de Leire Pajín, lo que algunos interpretan como un próximo ascenso a ministro del número dos del PSOE. En lo referente a la corrupción del PP y los espías, el asunto rebrota y se especula con los nombres de los constructores que van a salir y también sobre algún alcalde madrileño. «Como será el tipo -aseguraba alguien que lo conoce bien- que en su pueblo ya llevaba el mote de «El Sobrecogedor» porque iba de propina en propina».

Esperanza Aguirre, siempre hábil, ha aprovechado para cerrar la Comisión de Investigación sobre los espías sin escuchar a los afectados, algo insólito en el mundo democrático. Pero el Fiscal se la reabre. Y si no lo hará Rajoy, por la cuenta que le trae.

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