Diario de León
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El rincón | manuel alcántara

Las piernas de Cristiano Ronaldo han sido aseguradas en 100 millones de euros, a 50 cada una. Desde los tiempos de Marlene Dietrich ningunas extremidades inferiores habían alcanzado semejante valoración, incluidas la de aquel Aquiles de pies musicales que fue Fred Astaire. El Real Madrid se cubre del evidente riesgo que supone que cualquier tuercebotas lesione al de «la bota de oro». La operación se ha precipitado al ver las entradas que los infieles de la Juventus le hicieron a Cristiano. Fueron por él, además de ir por la victoria.

Hay que comprender la desesperación de cualquier jugador del montón cuando se enfrenta a una cumbre futbolística, llámese Di Stéfano, Pelé, Cruyff o Maradona. «Este tío, por muy bien que juegue, no me deja a mí sin la prima», piensa su marcador. O sea, lo que Julián Marías llamaba «el rencor por la excelencia». La agresión al superdotado ha hecho escuela y Goicoechea tiene más alumnos que Panizo. Se trata de cargarse al futbolista que en cualquier momento puede echar por tierra el trabajo de muchos mediocres y para eso hay que emplear el juego subterráneo.

Un problema de celos, semejante al que mantienen algunas vedetes, se creará con esto de valorar las pantorrillas más sublimes. ¿Por qué la póliza de Leo Messi o la de Kaká tienen que ser más pequeñas? En última instancia también habrá que concertar alguna sobre la masa encefálica de don Florentino Pérez o del señor Laporta, para prever que se le crucen los cables a la hora de firmar contratos. De momento los que se aseguran son los grandes fichajes. Una tarde cualquiera los puede romper cualquier piernas del equipo contrario. El fútbol es juego, pero con el dinero no se juega.

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