Diario de León

CORNADA DE LOBO

Vírgenes y velinas

Publicado por
PEDRO TRAPIELLO
León

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S abrás que Gadhafi tiene una guardia personal de mujeres bragadas, armadas, ¡y vírgenes!, 35 robustas jatas vestidas de campaña verde oliva o camuflaje y con cara de ametrallar al que se pase un pelo. Dicen que el baranda ni las toca. ¿Quién lo cree?

Gadhafi se tiñe... y espeluzna. Pero no le echarán de su jaima de oro ni a tiros. Paga al terror... y corrompe mejor.

Sabrás que el Berlusconi se aparea en bloque, de siete en siete, con juerga y dungadunga. Las elige velinas (ternerinas), nipotine (sobrinitas), sgualdinas (putitas sin parecerlo) y todo un surtido de madamas con morros de botillo y recauchutadas como él.

Berlusconi se tiñe... y estomaga, aunque las encuestas elevan su popularidad cada vez que sale con los calzoncillos de peluca. ¿Acabará en el trullo?

Sabrás que el piadoso y justo rey Salomón tenía setecientas esposas de sangre real y trescientas concubinas, aunque el pichafloja sólo logró tener un hijo, amasó fortunas insultantes y dejó un montón de muertos, pero pasa por ser el más sabio de la historia de Israel y redactor de media Biblia, aunque en sus últimos años honró también a otros dioses (es lo que llamamos diversificar el riesgo y comprar velas al diablo en la hora de la verdad).

Seguro que Salomón se teñía. Así nadie en cuarenta años le apeó del trono que usurpó matando a su hermano.

Sabrás que Birgham Young, sucesor de Joe Smith (Pepe Pérez, para entendernos, fundador de los mormones), dejó al morir veintisiete viudas (sólo), pues su Biblia aconseja la poligamia (a más masa, mejor se pasa). Si al fundador lo reprobaron y mataron, Birgham se lució con sus veintisiete polvos distintos cada mes y fue la envidia americana. Creció su iglesia y hoy es imperio y dinero yanqui que plaga el mundo de misioneros encorbatados.

¿Qué apuestas a que Birgham se teñía también?... y Mubarack y Rajoy y Bono y Aznar y Piqueras y Erdogán... ¡y Rita Barberá!, tan masculinamente.

Teñirse es mentir al tiempo (y sólo a uno mismo; la gente lo nota). Y acompañarse de vírgenes lo hace siempre el tirano cuando se cree un dios coronado y piensa que su pijo es el cetro o un hisopo. Pero ni el tiempo es eterno, ni la calle estará siempre muda.

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