Abrígate, muñeca

Tuvo de antiguo la ropa tres funciones: abrigar, tapar vergüenzas y distinguir (dile rango)... y ahora, mírate cómo vas vestido: si te has puesto esas prendas que llevas hoy por abrigarte (es la función primordial de la ropa... o desabrigar, si el sol pide ir sólo en bragas y camiseta), está claro que muchísimas otras ropas lo harían mejor y más razonablemente... y si llevas esa ropa por tapar vergüenzas —función pudorosa del vestido desde el primer ere de la historia (sí, mujer, aquella vez que despidieron a Adán y Eva del Paraíso)—, si es por eso, digo, lo llevas claro, demasiado claro, tan claro, que saltan a la vista y sin tapujos las lorzas que se te manifiestan, los morcillos rotundos, pantorilla de estibador, esa tripilla con vocación de odre, ese pescuezo, esa papada de jabalí que ya no cede... peor es empeñarte en la moda de embutirse para mostrar muslamen morcillón o resaltar la hucha del potorro cuando calzas esos leggings piruleros que tanta ilusión te hicieron al verlos en un maniquí flacurrio del escaparate de Zora... y para dar más fulgor, estampados de leoparda, hala... y que te coma el tigre.

Pues aquí está ya la Semana Santa para sacar armario a la calle esperando lucir primaveras sin abrigos ni aforros...  tururú, primavera quieta, invierno de guardia, lluvias desapacibles... y sopla tal viruji entre piernas, que no es para minifalda y leotardos, Maricarmen, tú verás, quéjate después de cistitis... pues da lo mismo, son fechas para que suban las doncellas al Húmedo a ver feria mística y botellera con sólo dos trapitos y tacón de tres pisos... escalofría sólo verlas... no se rigen por el termómetro, sino por la fiesta y por ser ya primavera en la publicidad... Quien no estrena por Ramos, ni tiene pies ni tiene manos... y se pidió mallas y un cintarraco más ancho que su falda... antes de salir de casa ya tuvo la rapaza pleito con la autoridad: ¡pero hija!, ¿cómo vas a ir así a la calle con el frío que hace?... que me dejes en paz, el frío lo paso yo... No sin mi palmito es su lema cada tarde de procesión... y ya en la calle, le dijo un viejales con artes de cheli/verde: «Abrígate, muñeca, que me vas a pillar un catarrín y no son fechas»... y ya ves, eso le cosquilleó las pascuas.