Diario de León
Publicado por
manuel alcántara
León

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Nuestros queridos padres, más o menos tutelares, se encargaron de generarnos, pero la regeneración tiene que correr de nuestra cuenta. «Creemos al hombre nuevo cantando», dijo Alberti, que ensayó varias vidas, desde su bahía gaditana al Paraná. En su última travesía, que es cuando yo le conocí, me pareció que no creía en nada, salvo en una cosa: en la vida. Gerardo Diego, en cambio, siguió creyendo hasta el final en lo mismo. Conservó el candor, que no es exactamente igual que la inocencia

Solía decir, cuando por fin se decidía a hablar, o sea a encontrar algo que mejorar el silencio: «porque en mis tiempos». Un día me atreví a insinuarle que sus tiempos eran todos mientras estuviera vivo y que no había que confundirlos con su mocedad. Fue sin duda una impertinencia, pero me correspondió con una lección: «Llevas razón, —me dijo—, ya no lo diré más». Me acuerdo de mis clásicos recientes porque ahora lo esperamos todo de las nuevas generaciones, ya que las antiguas solo nos han dado disgustos.

El mundo pertenece a las sucesivas personas que lo habitan y los más nuevos tiene derecho a revisar las fórmulas antiguas. Quiero decir que las nuevas generaciones deben volver a votar la Constitución. No es que sean diferentes, pero son distintas. Los paraguas de ayer están agujereados y llueven nuevos acontecimientos. Ojalá no le caiga a su inminente majestad Felipe VI ningún chuzos de punta.

Hay mucha prisa para coger en marcha el tren que aún no sabemos hasta donde puede llevarnos, pero los maquinistas no pueden dejarlo en vía muerta y los hangares donde se repara la Constitución están repletos de oportunistas «cada uno con su piedra en la mano», que decía Luis Cernuda, hablando del español terrible, que ahora quiere regenerarse. Hay más críticos que militantes y el único que ha comprobado su liderazgo es Pablo Iglesias junior, que ha conseguido un respaldo del 86 por ciento en unas elecciones de verdad abiertas.

Por eso tratan algunos de moverle la butaca que es una silla que cojea de la pata izquierda.

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