Diario de León

El contagio de otra enfermera en Dallas dispara el pánico en EE UU

La sanitaria voló de Ohio a Texas horas antes de ser diagnosticada.

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Mercedes Gallego | Nueva York
León

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A las 5 de la madrugada de ayer Lindsay London se despertó con la Policía dando golpes en la puerta de su casa. Así se enteró de que Dallas tiene una segunda víctima de ébola, contagiada en el Hospital de Salud Presbiteriano donde se trató hasta su muerte, el pasado día 8, el primer caso diagnosticado en EE UU; el del liberiano Eric Thomas Duncan.

La nueva víctima es otra de las enfermeras que le cuidó, Amber Joy Vinson, de 29 años, que vivía en la urbanización The Village, en la que la Policía alertó ayer a los vecinos puerta por puerta. Pero si London se estremeció al pensar lo cerca de casa que le queda ahora una enfermedad que hace apenas dos semanas creía limitada a tres países de África Oriental, algunos pasajeros de la aerolínea Frontier se encontraron de golpe en primera línea de la epidemia. Ellos pasaron del estremecimiento directamente al miedo.

Vinson aterrizó en Dallas a las 20.15 horas del lunes. A la mañana siguiente, alarmada por la fiebre, se le hizo la prueba del ébola y en 90 minutos se dispuso su inmediato aislamiento, lo que se confirmó al conocerse su positivo. Unos 132 pasajeros le acompañaron en ese vuelo de vuelta a casa, sin que se sepa quién era su compañero de asiento

«Alguien que había estado en contacto con un paciente de ebola no debía haber viajado en transporte público», reconoció Thomas Frieden, director del Centro de Control de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) «A partir de ahora nos aseguraremos de que ningún otro individuo (que haya tenido contacto con enfermos) viaje en otro vehículo que no sea el propio».

Infundir calma

La aerolínea ha contactado con todos los pasajeros del ‘vuelo del ébola’ con la intención de calmarles y evitar alarmismos. Vinson no presentaba síntomas durante el viaje, por lo que las autoridades sostienen que «el riesgo de contagio es muy bajo», lo que no impide que Frieden entienda «el miedo y la ansiedad» que puede sentir el resto del pasaje.

No fue ese el último vuelo que haría Vinson esta semana. Ayer se ordenó su traslado al hospital Universitario de Emory de Atlanta (Geogia), que ha demostrado ser más cuidadoso y tener más éxito en el tratamiento de los pacientes afectados por el virus letal. El Emory trató a los primeros dos estadounidenses evacuados de Liberia, que se salvaron sin contagiar a nadie. Sin las ventajas del primer mundo, la organización Médicos Sin Fronteras clama haber tratado en África más de 2.000 pacientes de ébola, con un solo contagio entre sus profesionales. El Hospital Presbiteriano de Texas, sin embargo, se ha apuntado ya dos contagios en el tratamiento de un solo paciente, que además perdió la vida.

Las alarmas sobre este centro, que hasta el pasado día 28 tenía una excelente reputación, saltaron desde el primer momento. La primera vez que Duncan acudió a Urgencias con todos los síntomas de la enfermedad y alertando de que acababa de llegar de Liberia, le enviaron a casa con una simple receta de antibióticos. Dos días después, cuando volvió muy grave en ambulancia, todavía le tuvieron «durante varias horas» rodeado de otros pacientes sin tomar las precauciones adecuadas. Sus muestras fueron enviadas al laboratorio por la cadena común del hospital. Su familia pasó largo tiempo en la abarrotada sala de espera sujetando entre sus manos la manta que le había cubierto. Y cuando les pusieron en cuarentena tardaron varios días en retirar de la casa las sábanas y el mobiliario contaminado, en el que el virus puede estar activo hasta tres días.

Ahora se sabe que esa cadena de errores se extendió también a la sala de confinamiento en la que un total de 75 personas se involucraron con el tratamiento del paciente, mientras a la vez trataban a otros.

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