Diario de León

Un ojo biónico devuelve parte de la visión a una mujer ciega por retinosis

Puede ver figuras y luces gracias a un microchip con electrodos en su retina.

Laborda coloca a Josefa Jiménez unas gafas con videocámara.

Laborda coloca a Josefa Jiménez unas gafas con videocámara.

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A. J. | Córdoba
León

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Una mujer ciega ha comenzado a ver, con limitaciones, gracias a que se le ha implantado un ojo biónico. La paciente, la primera a quien se aplica este dispositivo en Andalucía, llevaba cerca de 30 años sin poder ver por culpa de una retinosis degenerativa, una enfermedad hereditaria.

Un equipo de oftalmólogos del Hospital La Arruzafa de Córdoba implantó el mecanismo a Josefa Jiménez Rodríguez, de 62 años. La intervención, que se hizo el 27 de abril, consistió en insertar un chip con sesenta electrodos que estimulan la conexión que llega desde la retina hasta el cerebro. Todo ello con el objetivo de que éste reciba señales visuales que permitan subsanar la pérdida degenerativa del campo visual

Los electrodos son estimulados con un sistema que discurre por fuera del ojo a través de una videocámara. Este aparato se conecta directamente, a través de estímulos eléctricos con el nervio óptico y la corteza cerebral. Ahora Josefa Jiménez es capaz de diferenciar figuras. Para que todo funcione, la enferma tiene que llevar unas gafas especiales que están conectadas a un ordenador.

Jiménez recuerda con agrado la primera vez que salió a un jardín y vio una fuente. «Antes sólo la oía», dice. Con anterioridad a la intervención, la mujer se orientaba por la voz de los demás y los sonidos. Desde que le implantaron el ojo biónico, para lo cual tuvo que pasar por un aprendizaje de dos meses, aprecia luces y claroscuros. «Ya no me tropiezo con las puertas así como así», sostiene la paciente, quien vive en su casa en compañía de un hermano que padece la misma enfermedad.

Un proceso complejo

Según el oftalmólogo Juan Manuel Laborda, director médico del Hospital La Arruzafa y máximo responsable de la operación, la mayor dificultad ha estribado «en mover todas las piezas alrededor del ojo sin dañarlas en ningún momento, porque es un sistema muy sofisticado de electrodos y filamentos». «Fue muy estresante, porque no se trata de una cirugía al uso. Se necesita mucho personal y un equipo alrededor muy cualificado y pendiente de que todo salga según lo previsto», dijo.

La operación ha sido costeada en su integridad por el Hospital La Arrufaza, pues normalmente exige un desembolso cercano los 200.000 euros. Laborda y su equipo ya tienen otros siete candidatos susceptibles de pasar por el quirófano, pero carecen de financiación para llevarla a cabo. En la institución catalana se practicó la primera intervención.

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