Diario de León
Publicado por
JUAN CARLOS FERNÁNDEZ MENES
León

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Liturgia dominical

La multiplicación de panes y peces del evangelio sigue a unas explicaciones catequéticas de Jesús. Él instruye largamente a la gente, como si indicara que las cosas no se dan ya hechas: dirige la Palabra a la multitud, para que ésta reaccione. Lo hace con una iluminación larga y paciente, y con la misma pedagogía de Dios, que no busca resultados inmediatos.

Pero ocurre que el pueblo empieza a tener hambre. ¿Cómo reaccionan los discípulos? «Despídelos para que puedan ir a comprar para comer». Muchas veces, cuando nos llegan los problemas de la gente, sentimos la tentación de hacer lo mismo: despedirlos y que cada uno se vaya a arreglar sus problemas, como si la Iglesia y el Reino de Dios no tuviesen nada que ver con las condiciones económicas, políticas y sociales del ser humano. Y es que podemos seguir pensando que la Palabra de Dios sirve para alimentar el espíritu, pero no para quitar el hambre. Los discípulos escuchan a Jesús, pero se quedan paralizados y se sienten impotentes ante la necesidad: no ven relación entre la Palabra y el hambre de las gentes. Jesús no acepta la sugerencia de los discípulos; les dirá que les den ellos de comer. En el fondo quiere decir: ¿De qué sirve predicar y no hacer nada para mejorar las condiciones de vida material? ¿De qué vale la fe sin obras? Los discípulos reaccionan con la mentalidad dominante de ver el alimento como una mercancía y, por tanto, como objeto de compra: «Doscientos denarios de pan no bastarían...». Piensan que la necesidad del pueblo está más allá de las posibilidades que tienen los seguidores de Jesús. Para ellos, la única manera de solucionar el problema está dentro de las reglas del juego del sistema económico-social ya existente. Como si la relación hombre-dinero-alimento fuese tan natural como el derecho a vivir.

El modo de obrar de Jesús busca liberar al pueblo de toda necesidad física (curaciones de enfermedades), económica (multiplicación de los panes) y espiritual (felices los limpios de corazón). Multiplicar los panes es negar el sistema económico en el que los bienes necesarios para sobrevivir y desarrollarse son propiedad de unos pocos o donde todo es alcanzable con dinero. Jesús introduce los criterios del don, del compartir, de la comunión, de la acogida de las necesidades, de la socialización. Su palabra lleva a un cambio de mentalidad: ante el necesitado, nadie puede reservarse algo para sí en exclusiva. Este estilo es una «buena nueva», pedida, a veces sin saberlo, por nuestra sociedad. En Jesús Dios se hace «prójimo», para que ningún hombre quede al margen de la solidaridad. Un día nos hará ver que tuvo hambre y sed, y no le dimos pan ni agua. No lo hacemos con Él cuando no lo hacemos con el vecino, con el extranjero, con cualquiera. El que no ama al prójimo, al que ve, que no diga amar a Dios, a quien no ve.

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