Diario de León

FIESTAS

Manual de supervivencia para un Fin de Año en casa

Las 12 uvas, una tradición nacida en 1909 tras una cosecha inusualmente alta, compite con otras supersticiones alrededor del mundo Un buen plan para los que huyen de un buen plan es refugiarse en alguna película en la que el Fin de Año forma parte del guión

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CARLES COLS
León

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Fin de Año en Times Square, despedida del 2015 en Maldivas, bienvenida al 2016 en Zermatt… Si ese es el plan, esta no es la página que busca. Lo que a continuación viene son propuestas, consejos e ideas para pasar la Nochevieja en casa, con amigos, con la familia o a solas, y despedir así un año que, por cierto y por culpa de pequeñas anomalías en la rotación de la Tierra, ha sido un segundo más largo de lo habitual. El que viene, el 2016, también tiene su singularidad. Según los matemáticos, es un año triangular. La razón se explicará al final.

 

LAS UVAS Y OTROS RITUALES

 

 

La medianoche del 31 de diciembre puede que sea la más supersticiosa del año. Comer una docena de uvas al ritmo de las 12 campanadas se supone que es indispensable para no entrar con mal pie en el nuevo año. Es una tradición centenaria, pero por muy poco. En 1909, la cosecha alicantina de uva fue excedentaria y, en una operación de márketing perfecta, se alumbró la idea de las uvas y las campanadas. Sin embargo, solo los notables tragaldabas son capaces de cumplir con el frenético ritmo que marca el carillón, así que ahí van algunas alternativas para, según se mire, dar la vuelta al mundo sin salir de casa.

Dar la vuelta a la manzana con una maleta, aunque sea vacía, garantiza un año pródigo en viajes. Eso dicen. Subir una escalera o ponerse de pie sobre una silla promete un ascenso social o laboral en el año que empieza. También está la versión alternativa: en Dinamarca es común saltar de una silla con las 12 campanadas. Tambiénrompen los platos de la cena. Allá ustedes.

El color de la ropa interior elegido es también motivo de superstición. La más popular es la roja, pero es útil solo si lo que se desea es amor. Es una tradición italiana, como la de comer lentejas. Laamarilla es la que se aconseja para que el nuevo año sea generoso económicamente. La ropa interior verde se recomienda para quien prefiera apostar por una buena salud física.

Los filipinos llenan el bolsillo con monedas y las hacen tintinear a medianoche. Creen que el dinero llama al dinero. Otra alternativa muy extendida es hacer el tránsito de un año a otro con el billetero en el bolsillo lleno a rebosar.

El beso a medianoche es una tradición arraigada en Estados Unidos. Más que una expresión de cariño y amor, es un gesto tan supersticioso como el de las uvas y las campanadas. En Japón, por cierto, las campanadas son 108.

La pervivencia de todas estas supersticiones dice mucho del género humano y da pie, para concluir, a recordar uno de los más ingeniosos títulos del ya fallecido Kurt Vonnegut. Es un librito en el que se recopilan los discursos de licenciatura que a lo largo de su trayectoria pronunció a los estudiantes invitado por los claustros de diversas universidades, espacios donde eso, la superstición, no debería tener cabida. Es un título inmejorable: 'Que levante mi mano quien crea en la telequinesia'.

 

LAS CAMPANADAS TELEVISIVAS (PRIMERA PARTE)

 

 

Dicen que en los archivos videográficos de Televión Española hay unos dos millones de cintas. Tantas horas de placer televidente ha descubierto allí Jero Rodríguez, director de 'Cachitos de hierro y cromo', que a aquel lugar le llama “el archivo profundo”, parece que en vicioso homenaje a la película que Linda Lovelace protagonizó en 1972 y que tan célebre fue en los años de la transición.

Para despedir el año, La 2 emitirá un 'Cachitos…' especial para la ocasión. Es una alternativa a los programas convencionales que el resto de las cadenas han pregrabado para esta fecha. Es, para quienes aún no conozcan el producto, lo más parecido a un tratamiento de hipnosis regresiva, un viaje a recuerdos musicales olvidados. Las dos horas previas a las 12 campanadas (“muy rockeras”, avisa Jero) serán un precalentamiento a cargo de fans ilustres del programa, como Joaquín Reyes, Jordi Hurtado o Amaral. A partir de medianoche, un televisor sintonizado con La 2 será el pinchadiscos de la fiesta. “Normalmente, los cortes musicales que incluímos en el programa son muy breves. Esta vez serán un poco más largos, un minuto o un minuto y medio por canción”.

Hay que advertir, no obstante, que para el disfrute de esta propuesta en su plenitud es aconsejable tener como mínimo 35 años. Jero cuenta por qué con una anécdota. “Un día le pedimos a un becario que buscara unas imágenes de Isabel Gemio. Nos preguntó quién era Isabel Gemio”. Ya se sabe, tempus fugit.

 

LAS CAMPANADAS TELEVISIVAS (SEGUNDA PARTE)

 

 

Hay quien es refractario a esa obligación de divertirse en Nochevieja. Una cena frugal, sofá, una buena película... De acuerdo, es una alternativa, pero para no optar por una desconexión total queda la opción de rebuscar en la videoteca para tener a punto una película en la que el Fin de Año tenga un cierto papel, aunque sea secundario.

Las hay de catástrofes, según se mire, oportunas para los tiempos que corren. En 'La aventura del Poseidón', el crucero vacacional termina boca abajo en una medianoche de Fin de Año. En 'Días de radio', un delicioso conjunto de retales de recuerdos de Woody Allen, varios de los protagonistas pasan los primeros minutos de un nuevo año en la azotea de un edificio. Cabe también la posibilidad de encarar el tránsito al 2016 con un maratón de 'El Padrino'. Para ello habría que comenzar al atardecer con la primera entrega. En la segunda, Michael Corleone despide 1958 en La Habana, junto cuando las tropas de Fidel Castro toman la capital. 'Días extraños', de Kathryn Bigelow, es una sombría película sobre los dos días previos a la llegada del año 2000. Pero, tal vez la más oportuna sea 'Cuando Harry encontró a Sally', porque el clímax final es la versión festiva de 'Auld Lang Syne', el himno oficioso del Fin de Año del mundo anglosajón, inspirado en un viejo poema escocés de Robert Burns.

 

LA DISCOTECA INDISPENSABLE

 

¿Qué celebra? ¿La Nochevieja o el Año Nuevo? ¿Se mira hacia atrás o hacia adelante? La discoteca habitual de este tipo de celebraciones suele ser más nostálgica que innovadora. Es como los conciertos de las grandes celebridades de la música, que sacan un nuevo disco, pero el público paga por las canciones de siempre. Si así es, EL PERIÓDICO ofrece a continuación varias listas temáticas creadas para la ocasión en Spotify. La desinhibición la debe poner cada cual. Están los exitazos de la movida madrileña, la eterna música disco y, visto que esto de la temperatura al alza del planeta va en serio (menudo diciembre), hasta un selección de las inolvidables canciones del verano. Para los que gusten de una especialidad menos común, una de las listas esta dedicada al subgénero de la pista de baile conocido como 'air guitar', es decir, tocar con una imaginaria guitarra eléctrica grandes temas del rock. Es una solución perfecta para los que no saben qué hacer con las manos cuando bailan. En algunas discotecas de tipos duros (aunque sea solo por dar una idea más) tenían a bien facilitar con la entrada una guitarra de cartón.

EL ALCOHOL Y LOS DOS TIPOS DE RESACA

Quedan tres días apenas para que expire el 2015 y el previsor pensará que es una buena alternativa sumergirse en el buscador de internet con dos palabras clave, resaca y remedio. Esta pesquisa puede ser decepcionante. Ahí va un ejemplo cazado al azar. Se recomienda paracetamol para aliviar el dolor de cabeza, pero es un fármaco que tiene que ser metabolizado por el hígado, que a esas horas bastante trabajo tiene con hacer lo mismo con el alcohol. O sea, que mal remedio. El iboprufeno podría ser la alternativa, pero tampoco, porque se lleva mal con el estómago, otro damnificado de las noches etílicas.

Lo dicho. Quedan tres días, así que, como consejo, nada mejor que ir a una librería en busca de Sobrebeber, una compilación de artículos que sobre el mamar y sus nefastas consecuencias publicó a lo largo de su vida Kingsley Amis, padre de Martin Amis y, por lo que parece, un dipsómano sin solución. Es un librito muy útil, primero por la colección de combinados que propone, pero sobre todo es oportuno porque analiza la resaca desde el punto de vista de un auténtico doctor en la materia, el propio Amis, que traza una línea muy clara entre la resaca física y la metafísica.

"Si no te encuentras fatal después de una buena torrija, es que sigues borracho". Es una primera máxima a tener en cuenta. Solo cuando se ha llegado a ese estado, pues, se puede comenzar con el tratamiento Amis, que a grandes trazos desaconseja la ducha fría y el bicarbonato, sugiere la rehidratación con tanta agua como sea posible y plantea (no queda claro con qué propósito) que a media mañana uno recapacite y piense si le apetece tomar un combinado conocido como el bisonte polaco, nada menos que una mezcla de Bovril caliente con vodka y pimienta. Solo entonces la mente estará lista para esa descomunal 'saudade' que es la resaca metafísica, para la que el bueno de Amis padre también tiene soluciones. Nada de Mozart, dice, Mejor Sibelius. "El jazz no es muy bueno para la resaca metafísica, y la música pop es muy probable que empeore la resaca física. Pero si de verdad sientes que la vida no podría ser más siniestra, recurre a cualquier tema lento de Miles Davis". Un libro indispensable, sin duda.

2016, UN AÑO TRIANGULAR

Por último, casi como un juego, queda sobre la mesa el reto de exponer en la sobremesa, o mejor aún, cuando el cansancio y la parranda comiencen a nublar el entendimiento, por qué el 2016 es triangular. Un número triangular es la suma de una secuencia ordenada de números a partir de uno. Por ejemplo, el 15 lo es porque es la suma de 1, 2, 3, 4 y 5. El año entrante lo será porque es la suma de todos los número que van del 1 al 63. Y, claro, lo que se intuye de inmediato es que conforme avanza la historia, cada vez es más dificil que una persona viva dos años triangulares a lo largo de su vida. Solo los más pequeños de la casa celebrarán, con suerte, el próximo, que será el 2080. Y solo los mayores de 62 años vivieron el anterior, 1953. Ahora solo resta intentar exponer esta explicación tras las 12 uvas, tras saltar de una silla, tras dar una vuelta a la manzana con una maleta vacía, tras practicar el 'air guitar'...

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