CORNADA DE LOBO
Cocidus Dei
Hoy es el «Día del Cocido», aunque el pijopaleto le diga en las redes «Cocido Day», que es lo mismo que decir Castañuela Swing o Gazpacho Avenue… y si aquí se decide apear el day y llamarlo Cocidus Dei es porque nos sale (de ojo) y porque ese potaje tiene algo de divino y mucho de religioso, ya que comerlo era alejar toda sospecha de que uno pudiera ser moro o marrano judeoconverso, confirmando con ello ser cristiano viejo que se refocila con la grasa de ese puerco que maldice el musulmán… y vengan lacones y morcillas.
Al parecer, es el tercer año que se convoca esta jornada «internacional» que nació en las redes sociales y crece en adeptos porque tienta mucho comerlo en días inclementes o neviscados y, más que nada, porque permite quebrantar el ayuno y la abstinencia de la Cuaresma con un cocidamen de pecao que no se lo salte un vikingo. Dos placeres en uno.
Resulta también, según no sé qué encuesta reciente, que el cocido es el plato más popular de España, por delante de la paella, aunque este país es hoy un pálido reflejo de lo garbancero que fue en su día. Prueba esa popularidad la cantidad de apellidos que lleva el cocido: montañés, maragato, madrileño, gallego… este último puede ser brutal si te ponen en la fuente del compango la careta entera del cerdo, como es habitual últimamente en esa tierra vecina, cosa de tripalaris de boina y rólex, porque en el tradicional y tacaño pote gallego rural caía más hueso que chicha y más berza que garbanzos.
Sócrates dice que el cocido madrileño, que es el que pretende llevarse la fama nacional, le parece lavado e insustancial y que no puede compararse con cualquiera de las ollas de estos nortes… dice también que no hay un cocido igual a otro y que en ningún caso superarán al de la madre de uno, ese sabor que nos tatuó en el paladar nada más destetarnos, aunque lo iguala aquel «cocido a la paja» que hacían las benedictinas de San Pedro de las Dueñas… era sacramental, gloria bendita.