Diario de León

Autismo en adultos, los mayores olvidados

El diagnóstico . del autismo en la edad adulta retrasa la inclusión social y laboral. Autismo León atiende a cinco personas adultas con un tratamiento tardío. Mañana es el Día Mundial del TEA.

Carmen Rancaño recibe el testigo que le da su hijo, símbolo de la lucha por la inclusión, tolerancia y respeto de las personas con autismo. JESÚS F. SALVADORES

Carmen Rancaño recibe el testigo que le da su hijo, símbolo de la lucha por la inclusión, tolerancia y respeto de las personas con autismo. JESÚS F. SALVADORES

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carmen Tapia | león

«Nunca hay que tirar la toalla». Raúl (nombre ficticio) tiene 36 años y hace cuatro le diagnosticaron un Trastorno del Espectro Autista (TEA) llamado Asperger. El alivio del diagnóstico ha cambiado su vida. «Me siento mucho mejor que antes», asegura. Tanto, que está preparando unas oposiciones a Gestión y Servicios Comunes, las primeras plazas que convoca el Gobierno para personas con dificultades físicas e intelectuales. Entre sus proyectos está retomar los estudios de Derecho en la Universidad de León, que abandonó por su miedo escénico a hablar en público, un pánico infundado porque es un gran orador y lector. «Es muy preciso en el lenguaje», recuerda su madre, «aprendió a hablar a los dos años y medio, construía frases perfectamente con un lenguaje rico, sin embargo era muy torpe subiendo y bajando las escaleras». Raúl asegura que bajar las escaleras supone aún un reto diario «porque es más peligroso bajar que subir», explica, y reconoce que las actividades físicas no son su fuerte. «No soy bueno jugando, no hay más que verme», afirma con humor al tiempo que recuerda que en su adolescencia sus amigos le daban de lado porque no le interesaba hablar ni jugar al fútbol. «Mis amigos venían a mi casa y se relacionaban más con el resto de mi familia que conmigo. Sus intereses lógicos de la edad no me interesaban a mí. Me distanciaba de esas conversaciones. Yo hablaba de historia y política y ellos de discotecas y futbolines».

Lo que le pasa a Raúl no tiene nada que ver con un trastorno obsesivo compulsivo, como le diagnosticaron anteriormente tres psicólogos. Padece un trastorno del espectro autista, una amplia gama de síntomas y habilidades que afectan al desarrollo cerebral. Hay 400 genes diferentes implicados y la causa no es única. «Hay tantos casos diferentes como personas», asegura la gerente de Autismo León, Ana López.

El diagnóstico del autismo en la edad adulta dificulta el tratamiento y el aprendizaje de habilidades sociales. Raúl se ha incorporado poco a poco a las actividades sociales que organiza en Autismo León, pero todavía es reacio a mostrarse tal y como es. No quiere salir en la foto ni aparecer con su nombre, aunque contar su historia ya supone un avance importante para su tratamiento. Ahora el reto es trabajar, habilidades que adquiere gracias a los programas de la asociación de León. «Cada vez que iba a la oficina de empleo volvía derrotado. Oí decir a un empleado que yo nunca encontraría trabajo. Decidí dejar de ir y arreglar los trámites por Internet». Habla inglés y aprende chino en el Instituto Confucio. El último libro que ha leído es de historia china, una de sus pasiones actuales, un documento de 700 páginas.

El diagnóstico fue un alivio para su madre, Carmen Rancaño. profesora jubilada que casi se rindió hace cuatro años en la lucha por la inclusión social y laboral de su hijo. «Desde que sé lo que le pasa siento un alivio. Ponerle nombre a algo que no sabíamos lo que era es muy importante. Como docente me sentía incapacitada para buscar un camino para mi hijo. Mi hijo ha tirado barreras que antes no éramos capaces. Le hemos puesto nombre y estamos avanzando».

Su madre lo define como una persona sincera, incapaz de hacer daño a nadie. «Yo sé que no me puedo comparar con los demás, pero los demás sí me comparan a mí con el resto», lamenta Raúl, que muestra un especial interés en limar sentimientos tan humanos como los celos. «Querría que me desaparecieran del todo», asegura.

Raúl es uno de los cinco adultos que asisten a los programas de Autismo León, «pero dentro de cinco años habrá un aumento importante», destaca Ana López. En la asociación atienden a un centenar de personas con autismo, la mayoría menores de 20 años. «El reto es conseguir servicios no para ahora, sino para dentro de cinco años cuando todos sean adultos». La asociación ha invertido dos millones de euros en un centro de día con 25 plazas para personas con autismo y discapacidad, además de una vivienda de seis plazas que servirán de respiro familiar y adaptación progresiva a una vida independiente.

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