Diario de León

Las cabañuelas dan el tiempo

Días de augurio. No tienen base científica, pero están avaladas por siglos, si no milenios, de tradición y la gente las tiene mucha fe. Son las cabañuelas, dos ciclos de 12 días entre el 13 de diciembre y el 6 de enero, cuyas condiciones atmosféricas predicen el tiempo del año venidero.

Un vecino de Alija del Infantado toma nota de las cabañuelas desde hace años. ANA M. DÍEZ

Un vecino de Alija del Infantado toma nota de las cabañuelas desde hace años. ANA M. DÍEZ

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ana gaitero | león

El martes fue enero, ayer febrero y es marzo. Mañana será abril y pasado mayo. El domingo 18 es junio. Y el lunes 19 julio... Y así hasta el sábado 24 que será diciembre. Son las cabañuelas. Cada día, desde el 13 de diciembre, representa el tiempo que hará en el mes correspondiente del año que está a punto a de empezar.

Con un boli y cualquier papel que se encuentre a mano cualquiera puede convertirse en el hombre o la mujer del tiempo del próximo año. La festividad de Santa Lucía, es el día señalado para comenzar las cabañuelas en muchas zonas de León. Cada pueblo e incluso cada casa puede tener su pronóstico particular del tiempo que va a hacer en 2017, mes a mes.

Hay que ser buen observador y tomar buena nota de los principales fenómenos atmosféricos, si la temperatura es heladora, fresca o desapacible, si llueve mucho o caen chubascos, si sopla el viento fuerte o hay una suave brisa, si graniza o nieva y otras curiosidades como si la luna va completa o rebajada, si relucen las estrellas o no.

El 25 de diciembre se toma de descanso y, según la costumbre, se hace una segunda vuelta entre el segundo día de Navidad y la fiesta de Reyes, contando los meses al revés. El 26 es diciembre, el 17 noviembre, el 28 octubre y el 6 enero.

Las cabañuelas son una costumbre ancestral arraigada en diferentes culturas agrarias del mundo desde Europa hasta Asia que, según Francisco Javier Rúa Aller, autor del libro Meteorología popular leonesa, «son meras supersticiones».

Pero la gente, aunque ya quedan muy pocas personas que las anoten, las tiene mucha fe. «A mí, las cabañuelas no se me equivocan», asegura Belarmino Ferrero, un vecino de Alija del Infantado que anota las cabañuelas desde hace más de 30 años.

Un día escuchó en la radio la costumbre y desde entonces no hay año que se olvide de anotarlas. «Empecé medio en bromas y ahora las apunto todos los años». El primer día de las cabañuelas para el 2017 anotó en el cuaderno: «Todo el día muy cerrado con niebla, a ver cómo amanece mañana».

Perpe Tapia, un hortelano de Fresno de la Vega, también recoge las cabañuelas todos los años. «Lo apunto en un papel cualquiera, o en la misma hoja del calendario», comenta. El pronóstico del tiempo en el pueblo para el mes de enero de 2017, a falta de la segunda vuelta, queda descrito en sus notas: «Amaneció con helada y sol. Se nubló y estuvo con niebla todo el día».

Tapia es muy minucioso. Apunta hasta los litros de agua que caen cuando el día es lluvioso, como ayer, que corresponde con el mes de febrero. Aprendió la costumbre de sus antepasados y tuvo el gusto de hacerlo igual que se hacía toda la vida en su pueblo y en otros muchos del sur de León. «Los pastores sabían mucho, se regían mucho por las cosas de antiguamente», apostilla.

Con los telediarios y la popularización de los hombres, y ahora las mujeres del tiempo, las cabañuelas han caído en desuso. «Ya nadie hace nada, la gente de ahora no sabe lo que son las cabañuelas ni cómo se hacen», lamenta.

Él lo hace por el gusto de tener la predicción, aunque antiguamente podía condicionar los cultivos. Así atestigua Rúa en la recopilación que hizo de la costumbre de las cabañuelas para su libro: «Así por ejemplo si el 29 o 30 de diciembre aparecían lluviosos, un agricultor de esta zona valderiense se lo pensaría antes de realizar la sementera de las alubias, ya que su recolección podría ocurrir en tiempo adverso».

Para el hortelano de Fresno las cabañuelas son indicadores bastante fiables: «Un 80% o más sí resulta», asegura a la luz de su experiencia. «Tengo apuntado las del otro año y daba el tiempo que ha hecho este mes: poca agua, nublados y nieblas», añade. En el pueblo es un referente del tiempo. «Muchas veces me pregunta la gente: ¿Lloverá? Y luego me comentan: Pues tenías razón o no».

Las que no fallan es el sobrenombre con el que se conoce a las cabañuelas en muchas zonas de la provincia. La elección de los días en torno al solsticio de invierno para observar el tiempo y hacer cábalas sobre su comportamiento en el año venidero no es casual. Tiene que ver con el poder simbólico que desde tiempos remotos se atribuye a este momento en el que la tierra se aleja más del sol en su movimiento de rotación alrededor del astro rey.

Las cabañuelas tienen muchos nombres: ‘hacer el calendario’, en Salamanca; ‘los doce días’ en Salamanca y Soria; ‘los signos’ en Huesca y Cataluña; ‘las témporas’, en Galicia y Portugal y ‘las témporas de Santa Luzía’ entre el Duero y el Miño; las ‘suertes’ o ‘resortes’ en Galicia y las ‘canículas’ o ‘cabichuelas’ en otras zonas de Castilla y León.

La tradición eligió un día muy simbólico. Antiguamente, antes de la reforma del calendario con el papa Gregorio XIII en 1582, coincidía con el solsticio de invierno o la Navidad. Aunque la sabiduría popular no lo ha olvidado: «Por Santa Lucía se igualan las noches con los días» o «Por Santa Lucía mengua la noche crece el día», son dos refranes que aluden claramente al solsticio. El momento en el sol está más alejado de la tierra y a la vez cuando la luz empieza a ganar terreno a la oscuridad.

En la montaña, las cabañuelas se miran en agosto, igual que en Galicia y en el País Vasco. «Gallegos y vascos consideran augurales los doce primeros días del mes de agosto», apostilla Rúa.

En Los Argüellos y otras zonas de la montaña esta costumbre se denomina ‘los surtimientos’ o ‘desurtimientos’, tal y como recoge Rúa Aller, «en la creencia de que los doce primeros días surtían o predecían la meteorología de los doce meses entrantes, desde el primer día que correspondía al propio mes de agosto hasta el día 12 que correspondía al mes de julio del año siguiente». Una costumbre relacionada con el ciclo agrícola del fin de la cosecha.

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