Diario de León

Refugiados: vidas en vilo

Medio centenar de personas viven en León protegidas por Cruz Roja y Accem tras huir de sus países perseguidas por su raza, religión, nacionalidad o pertenencia a un grupo social determinado u opción política. León se ha convertido en la esperanza de futuro para las familias rotas por las guerras que buscan una oportunidad para sus hijos..

Paylo y Aida Kazikyan huyeron de Ucrania al estallar la guerra. En la foto posan en el piso donde viven de alquiler en León. JESÚS F. SALVADORES

Paylo y Aida Kazikyan huyeron de Ucrania al estallar la guerra. En la foto posan en el piso donde viven de alquiler en León. JESÚS F. SALVADORES

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carmen Tapia | león

‘Luz’ tiene el mismo significado en armenio que en castellano. Luz para el futuro es lo que la familia Ghazikyan busca en León, una esperanza a la que se agarran con la ilusión de encontrar un trabajo y formar una familia. En la retina todavía persisten imágenes de la guerra que les cambió la vida. «Nuestra vida iba bien hasta que empezó la guerra en Ucrania. Pasaron cosas terribles que prefiero no recordar. Tengo suerte de vivir. En León siento que tengo una oportunidad y quiero quedarme». Paylo Gharazikyan (36 años) llegó hace catorce meses a León con su madre, Aida Kazikyan (68). Los dos son armenios. La Asociación Católica de Migración (Accem) les da protección en León y ya han superado todas las fases del itinerario de acogida, integración y autonomía. Con más dominio del idioma, aunque con ciertas dificultades, inician los primeros pasos para un futuro autónomo. Preocupación, incertidumbre y esperanza se mezclan a partes iguales en la casa en la que viven de alquiler. Recibos y alimentación corren a cargo, de momento, de Cáritas, Ayuntamiento de León, Cruz Roja....

Medio centenar de personas (51) viven en León protegidas por Accem( 27) y Cruz Roja (21). Familias rotas, separadas, que huyen de las guerras por ser perseguidas por motivos de raza, religión, nacionalidad, pertenencia a un grupo social determinado u opción política, de género o de orientación sexual. No pueden volver a sus países.

Paylo Gharazikyan se ha especializado en León en el diseño de joyas. «Todos los días, todos, sale a buscar trabajo», dice su madre. Aida está preocupada por su hijo. «Está soltero, necesita trabajo. Busca trabajo, se esfuerza mucho, pero no lo encuentra». Paylo quiere quedarse en León y formar una familia. Todavía no ha hecho amigos. «Sólo conozco a los del grupo de taller de relojería», de Accem, al que asiste. «Me han dicho que hay discotecas por la Plaza Mayor. A mí me gusta ir a las discotecas, pero no encuentro con quién».

La familia Gharazikyan (el matrimonio y su hijo) salió de Armenia hace 14 años rumbo a Francia para reunirse con el resto de la familia. «El único que trabajaba en Armenia era yo», recuerda Paylo, «era montador de videos en la televisión pública, pero me pagaban 200 euros y no daba para toda la familia». Entonces emprendieron un viaje que dura ya 14 años. «Estuvimos en Troyes dos años y medio pero la ley francesa no nos lo puso fácil. Decidimos irnos a Ucrania porque allí vivía un hermano de mi madre. Mi padre se quedó en Francia». En Odesa (Ucrania) encontraron trabajo los dos. Aida era guía del Centro Nacional de Arte y Paylo trabajó en restaurantes como repartidor de comida. «Se conducir y me gusta la restauración». En Ucrania vivieron diez años. «Entonces estalló la guerra. Algunos de mis conocidos fueron a Kiev (la capital) para conseguir un visado para viajar a Francia pero yo tuve miedo, era muy peligroso. En Odesa había consulado español y opté por pedirlo allí. No sabía nada de España, ni del idioma ni de las costumbres. Con ese visado nos volvimos a Francia pero el gobierno de Nicolas Sarkozy nos metió en un avión y nos deportó a España a los cinco meses. Llegamos a Madrid y allí nos atendió en un primer momento Cruz Roja». Desde hace 14 meses viven en León. «Gracias a Accem, gracias al presidente Herrera que se ha portado muy bien. Me siento muy feliz. Quiero quedarme en León».

El camino no es fácil para los refugiados. Cruz Roja Española es la otra entidad de León responsable de llevar a la práctica la acogida e integración de las personas solicitantes de asilo y refugiadas mediante subvención del Ministerio y de acuerdo a un itinerario de integración. En la segunda fase del itinerario están el sirio Mahoud R., de 32 años, y su familia (su mujer y sus dos hijos) que hace seis meses llegaron a León procedentes de un campo de refugiados en Líbano en el que han vivido cinco años. «Salí de Siria porque corría peligro mi vida. No quería pasar toda mi vida en la cárcel. Allí se llevan a los hombres y los matan sin motivo y dejan solas a las mujeres y los hijos».

«Estoy aquí por mis hijos»

Prefiere no hablar del conflicto. A la pregunta de si le gustaría volver a Siria responde con otra interrogante: «¿Con guerra o sin guerra?. Mi sueño es recuperar todo lo que he perdido con la guerra: una casa, un trabajo y un futuro para mis hijos. Cuando empezaron las manifestaciones para conseguir un mundo mejor todo cambió. El gobierno no aceptó las protestas y mataba a la gente. No quiero volver allí, quiero quedarme en León», dice. Por eso no tuvo miedo de emprender a pie un trayecto por las montañas que duró dos días desde Siria hasta el campo de refugiados de Líbano. «Cuando vives tan cerca de la muerte no tienes miedo. No nos damos por vencidos. Mi mujer se quedó en Siria. A los cuatro meses volví a por ella. Sabía por qué calles podía moverme sin peligro e hice el viaje de regreso a Líbano en coche». Mahoud conoce bien el mundo del automóvil. En Siria, antes de las revueltas, era chapista y pintor de coches. En el campo de refugiados se ganó la vida en la economía sumergida. «Trabajaba 24 horas al día pintando coches. Teníamos que comer. La vida no fue fácil en esos cinco años». Cruz Roja lo ha acogido en León. Le paga el alquiler del piso al que se ha trasladado con su familia. «El apoyo se va diluyendo con el tiempo, según van completando su integración», dicen los responsables del programa de Cruz Roja. «Ahora trabajamos el castellano y el empleo». Mahoud tiene «muy buena actitud» y aprende rápido. «Si tengo una oportunidad de trabajo me gustaría quedarme aquí para siempre. Es difícil volver. Mis hijos se están criando aquí y no van a querer volver. Pienso en mis hijos más que en cualquier otra cosa. A mí me gustaría encontrar un trabajo en un taller de automóviles, pero quiero trabajar en lo que sea».

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