Conversar

Hablo con Salvador Gutiérrez sobre las consecuencias de la muerte de la conversación, una tradición que parece haber sido derrotada por el whatsapp, por el tuit, por el icono rápido y fácil con el que no tenemos que dar demasiadas explicaciones (ninguna si no queremos), aparatos que se convierten en nuestros mediadores, la mayoría de las veces guardaespaldas ante todos aquellos con los que preferimos mantener las distancias, con nuestros semejantes, personas que cada vez nos resultan más molestas y antipáticas. Ya ni siquiera hablamos por teléfono. Antes, al menos, no nos quedaba más remedio que contestar. Podía ser urgente. Hoy nos basta con poner el modo avión para filtrar todo aquello que no nos resulta conveniente. Perder la capacidad de hablar supone borrar la posibilidad de conocernos mejor a nosotros mismos. Existimos sólo a través de los ojos de los demás (para bien y para mal) y ese espejo funciona también en sentido inverso. Así que toda esta tecnología, este black mirror en el que nos sumergimos con total confianza, está borrando nuestras destrezas para sobrevivir. Alienarse es, a veces, la única manera de seguir siendo nosotros mismos o, más bien, de ser una versión mejor de nosotros mismos. La disensión nos ha hecho avanzar. El ágora propicia espacios de entendimiento y de confrontación. Así ha sido hasta ahora. Sin embargo, en este nuevo escenario, la realidad ha sido relevada por sustitutos descafeinados y nosotros nos convertimos en avatares incivilizados, seres cuya presencia real se hace innecesaria, incluso molesta, porque la conversación, la de verdad, es inconveniente, no puede pasarse a limpio, siempre se muestra al desnudo. Es demasiada verdad para una sociedad basada en la suavidad de lo políticamente correcto. Puede que esto sea el futuro, que la humanidad ya no necesite del otro, que el aislamiento sea la mejor manera de superarnos, que Hegel sea adelantado por un trashumanismo en el que dos ya no sea el contrario de uno. ¿Quién sabe? Puede que para que de verdad llegue el superhombre sea necesario que desaparezca la esencia de la humanidad.