Diario de León

Los secretos de la plaza más castiza

Una nueva ruta muestra los recovecos más desconocidos de la plaza Mayor de Madrid.

Un detalle de la plaza Mayor de la capital española. EMILIO NARANJO

Un detalle de la plaza Mayor de la capital española. EMILIO NARANJO

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juan vargas | madrid

Desde una representación mitológica de Goya hasta un recoveco que inspiró a Pérez Galdós, la Plaza Mayor de Madrid esconde entre sus cuatro fachadas un sinfín de anécdotas y curiosidades que pueden conocerse en las visitas guiadas gratuitas que, por su IV Centenario, organiza cada jueves el Ayuntamiento.

A las cuatro de la tarde, un grupo de 25 personas se reúne en la oficina de turismo de la plaza, ubicada en la planta baja de la Casa de la Panadería, donde la guía, Aurora, explica los pormenores del intensivo itinerario de dos horas. La iniciativa se integra en el programa de turismo accesible Madrid para Tod@s , que comprende un total de cuatro rutas gratuitas, y estará disponible como mínimo hasta junio. Además, el 4 de mayo la visita se ofrecerá con intérprete en lengua de signos.

El recorrido comienza con una introducción histórica a la Plaza Mayor, que en la Edad Media pasó de laguna extramuros a, con su desecación, una suerte de paraíso fiscal para comerciantes y mercaderes, ya que al estar fuera del perímetro de la ciudad no era necesario pagar el impuesto del portazgo que se cobraba para entrar a la misma. Sin embargo, los trabajos constructivos no comenzaron hasta el reinado de Felipe II y fue Felipe III quien impulsó definitivamente el proyecto, encargado a Juan Gómez de Mora, quien diseñó en 1617 el embrión de plaza cuadrada y porticada que conocemos hoy.

Con la información esencial en la mano, subimos a la planta principal de la Casa de la Panadería para disfrutar del Salón Real, la estancia que da acceso al más famoso de los 237 balcones de la Plaza Mayor. Desde las alfombras turcas que cubren sus suelos hasta los tapices flamencos que visten sus paredes, pasando por los azulejos del siglo XVII que conforman el zócalo, la sala es un regalo para la vista, coronado por las pinturas al temple de Claudio Coello y José Ximénez Donoso que decoran los techos.

A la media hora de visita, salimos al exterior para estudiar la célebre fachada de la Casa de la Panadería, dominada por el enorme escudo de armas de los Austrias, esculpido por Barbieri, y flanqueada por sus dos torres, una con un reloj y la otra con un barómetro. Su decoración pictórica, de apenas 25 años de antigüedad, lleva la firma de Carlos Franco, que ganó un concurso público convocado en 1988 y elaboró un vistoso programa iconográfico cuyos peculiares personajes homenajean los antiguos usos de la plaza y la historia de Madrid. Es por ello que aparecen figuras como un tritón (por la laguna original), un torero (por las corridas antaño celebradas aquí), un Baco (una remodelación de la plaza se financió con la recaudación de los impuestos sobre el vino) e incluso un fauno.

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