Diario de León

La libertad y el deseo frente al destino genético

El psicoanalista Fabián Appel abre hoy el cuarto ciclo de tertulias en León.

El psicoanalista Fabián Appel está hoy en León. DL

El psicoanalista Fabián Appel está hoy en León. DL

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a. g. | león

Freud dijo, hace casi un siglo que el malestar, el sufrimiento, el dolor humano es insoslayable. Están y estarán siempre con el ser humano. Sus fuentes: la naturaleza con su fuerza devastadora, el cuerpo frágil y mortal y los vínculos sociales. Subrayaba así esa imposibilidad radical en el ser humano para lograr una adaptación y felicidad total.

Este es el punto de partida de la charla que ofrece hoy el psicoanalista Fabián Appel que abre el ciclo Tertulias, Pensamiento y Psicoanálisis, coordinado por Blanca Doménech y Dolores Navarro. A las 19.00 horas, en el salón de actos del Ayuntamiento de León (Alfonso V), arranca la 4ª edición del exitoso evento organizado por el Colegio Oficial de Psicología de Castilla y León en colaboración con la Universodad de León.

Sostiene Appel que hoy día, a pesar de los avances de la ciencia, la hiperconectividad y la globalización, el malestar persiste revestido de otras formas. La novedad está en que «se ha creado un dispositivo que apuesta por la colonización subjetiva, lograr el “hombre nuevo” a través de la protocolización de las conductas, la apelación excesiva a las razones genéticas y la negación de la subjetividad».

En este sentido, un variado número de síntomas como los ataques de pánico, las depresiones, el TDAH, etc. «se explican de forma única y se olvida la manera en que cada sujeto goza, desea, sufre y vive». Cuando todo es producto de una alteración biológica, reflexiona, «¿dónde queda la subjetividad, lo más íntimo del ser humano?».

El psicoanalista señala que se vive un momento histórico en que «se pretende evitar todo vacío, llenarlo de objetos que ilusoriamente nos satisfagan, se propugna como ideal la libertad absoluta». El relato del hombre contemporáneo sitúa la sobriedad, el trabajo y el ahorro como sinónimos de progreso y la pereza, apatía y derroche como causas de la marginalidad». Salirse de estos márgenes trae la culpa, por la «incapacidad para gestionar su vida, como si de una empresa se tratara». Y hay que recurrir a los gurús de la autoayuda. «Se pretende que existe un único sentido de la vida; una vida sin ser viviente, obviando al sujeto que la habita, a su individualidad, a su deseo inconsciente y capacidad de elección», concluye Appel.

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