Diario de León

CORNADA DE LOBO

¿El norte?, siempre

Publicado por
GARCÍA TRAPIELLO
León

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Que me den norte, que no me llama el sur; que me den ese calor vaguete cantábrico y no brasas en el aire cada día; que vengan al plato bonitos, andariques y marmitakos mejor que pegcaítos achicharraos... y que quede bien claro que es mentira melódica lo que cantaba la Carrá -«para hacer bien el amor hay que venir al sur»-, pues como ya le decía Mariano a su Concha (los hijos mayores del rotulador de Forges), «quita allá, mujer, con el calor que da eso».

Es decir, pídete el aire incondicional de estos nortes que ruegan su mantita al dormir en ferragosto y no el aire acondicionado que es otra mentira cara que sólo trae desaire al cuerpo y males al planeta. Tampoco se entiende cómo nuestros sagaces promotores turísticos no explotan ni saben vender el delicioso y vitalizador fresquito de esta brisa de atarcecida y estas madrugadas de puro beso en el cutis que por aquí se rifan gratis y por las que pagaría un talegón el torraíto andalú y su turismo colorao y acalorao.

¿El veraneo?... norteño, toda la vida, norte siempre. Aristocracias europeas y rancias casas reales lo elegían por norma (Biarritz, Bath, Baden-Baden) hasta que las princesas se hicieron aún más golfas de lo que ya se les disculpa por cuna eligiendo el sur monegasco, adriático o balear tan preñado de fiestuquis, floreos y meneos, dejando así difunta la vieja tradición. Porque esa deserción fue cosa de princesas, sin duda; recuérdese que espanzurrarse al sol es un ansia más femenina que masculina, lo pide su fisiología, al parecer, para aliviar un friolerismo crónico definido ya en el viejo axioma que fija las tres cosas más frías del mundo: «las manos del barbero, el hocico de un perro y el culo de una mujer», en cuyo caso, el de la leonesa sube al podio por delante de la esquimala, ya que esta, al menos, no es devota del cazurrón «arímate pallá» al estar obligada a dormir en cucharita por la agobiante estrechez de su iglú... y por el frío que pela... en fin, el sol del norte no es dictador, su nublado brinda reposo y comiditas sin arena, su noche tibia invita al «arímate pacá, cordera»... y al año que viene, corderito.

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