Lo que no cuenta

L a instrucción de Jesús a sus discípulos fue lenta y no estuvo exenta de dificultades. El evangelio de este domingo nos presenta al Maestro abordando, de distintos modos y con distintas expresiones, el núcleo central de su magisterio: Dios tiene una visión de las cosas distinta a la nuestra; para Él, lo relevante, lo decisivo, lo más significativo, es lo que, habitualmente, no cuenta para nosotros.

En tres elementos básicos se apoyará la catequesis de Jesús, el Maestro. El primero, es su propia vida. Les anuncia la entrega de su vida, su pasión y muerte. Dios elige lo que no cuenta, lo despreciable, al varón de dolores, para realizar la obra grandiosa de la redención del género humano. El evangelista pone de relieve el dato de que sus discípulos no lo entendieron.

En segundo lugar, les pregunta acerca de qué iban discutiendo, que se supone es lo que realmente les interesaba. De este modo pone de relieve uno de los motivos que más fuerza ejerce en el corazón humano de todos los tiempos: sobresalir sobre los demás, ser más importante. Pero este dinamismo egoísta se opone al mensaje liberador de Jesús: «Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos». Aquí radica un estilo de vida absolutamente nuevo, inaugurado por Jesús mismo.

En tercer lugar, con sentido pedagógico, el Maestro pone un sencillo ejemplo, pero que es realmente elocuente y desconcertante. Toma a un niño y lo pone en medio. En cualquier reunión, las mujeres tenían la presencia restringida, pero los niños la tenían prohibida. Los pequeños no contaban en absoluto. Sin embargo, Jesús los pone en el centro. Lo que no cuenta adquiere el mayor valor. Más aún, el que acoge a un niño en su nombre, le acoge a Él y en Él, a quien lo envió. Dios mismo se trasluce en lo que no cuenta.

Nos preocupamos por cosas importantes y por darnos importancia. Con eso, ¿no estaremos alejándonos de Dios precisamente por no abrir los ojos a lo que no cuenta?