Diario de León
Publicado por
GARCÍA TRAPIELLO
León

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Una vieja y temida tradición en la Iglesia sugiere que los cardenales se mueren siempre de tres en tres, así que cuando fallece uno, se agita en desazones la capilla de los postrimeros... y como los partidos políticos nacieron a imagen y semejanza de las religiones con todo su aparato eclesial de horizontalidad de boquilla y verticalidad de mazo, también tienen su propio cardenalato y, por ello, podrían estar colegiados en esa regla malaje, «de tres en tres».

En las capillas socialistas de veteranos de guerra, por ejemplo, están estos días inquietos por la reciente muerte de dos de sus viejos y señeros cardenales, Eduardo Martín Toval y Vicente Alberto Álvarez Areces, «Tini» a todos los efectos, representando a su vez a las dos más importantes regiones eclesiásticas del socialismo ibérico, Andalucía y Asturias.

¿Y quién será el tercero?...

Según soplen afinidades o antipatías, unos apuntan a José María Rodríguez de la Borbolla Camoyán, «Pepote» (sí, mujer, aquel que fue el segundo presidente de la Junta de Andalucía y que usaba abanico en actos públicos sin cortarse un pelo de la barba)... otros citan a Joaquín Leguina (de Madrid al cielo, hala)... otros quisieran a Alfonso Guerra en esa terna... los hay que prefieren a Bono... y por las estepas castellanas y rugosidades cazurras piensan en Demetrio Madrid... en Juanjo Laborda... en Chuchi Quijano... pero nadie se atrevería a nombrar ahí a Cecilio Lera, obispo perpetuo de la diócesis de Castroverde de Campos Góticos, porque acabó yéndose hace unos meses del colegio cardenalicio harto de ver cómo resoplan en esa palangana los nuevos cetáceos o croan las ranas (no seas cenizo y cabrón, Peláez, deja ya de hacer listas y esquelas).

Lo cierto es que para muchos políticos la setentena es fatal, coge prisa en pasarles recibo la agitada vida de sobresaltos, comidorras, intrigas y mentiras del baranda profesional; eso, y su rutinaria dieta de sapos para desayunar, que como todo el mundo sabe son malísimos para el colesterol cerebral y la tensión... aunque algunos, como Carrillo, fumaban y vivieron 97.

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