Diario de León

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Está en plena Reserva de la Biosfera del Alto Bernesga y eso es un punto a su favor. Entre otros, porque la Senda de Celorio es mucho más que naturaleza y bellos paisajes. Se trata del primer trayecto de la provincia que enlaza naturaleza y cultura en un recorrido que tiene en la literatura y la escultura sus principales atractivos.

Esta senda toma su nombre, Celorio, de un personaje de cuento. El creado por el escritor leonés José María Menéndez López, quien dio forma a una historia en una Semana Santa que contaba la subida de un amigo a otro a Paradilla para enterrarlo después de haber sido fusilado.

Comienza en Geras, donde nació Celorio, y llega a Paradilla de Gordón. Concretamente, se inicia en las inmediaciones de la ermita del Santo Cristo de Geras, del siglo XVIII, al pie de la carretera comarcal LE-473 que une La Pola de Gordón y Aralla de Luna y finaliza en una cortada natural cercana a la ermita de Paradilla, de inspiración románica. Todo el recorrido se ha hecho sobre antiguos caminos, que han tenido que ser limpiados y acondicionados para hacerlos más transitables y ofrecer de esta forma otra oportunidad de hacer turismo por la zona. Una opción diferente que ha ido creciendo poco a poco y que se ha hecho muy popular gracias a su accesibilidad, pues resulta perfecta para caminar en familia y con niños. Además, se ha adecuado un área recreativa que es, a su vez, un balcón natural a un horizonte de hayedo, peñas y robledal.

El texto del citado cuento irá desgranándose a lo largo de todo el camino en ocho estaciones o hitos, de forma que el caminante seguirá un itinerario imaginario al tiempo que avanza entre los maravillosos parajes.

Los encargados de dar forma a esta curiosa senda de cinco kilómetros y medio son la Junta Vecinal de Paradilla, el poeta leonés Juan Carlos Pajares —vecino de la localidad— y el escultor Amancio González. Éste último ha sido en encargado de modelar las tres esculturas que salpican el camino. La primera de ellas es una impresionante mano que sale del suelo, que fue instalada hace tres años —al inaugurase el primero tramo del trayecto— y en la que se puede apreciar las yemas de los dedos pulidas, en homenaje a Orlando y a los otros cinco mineros que murieron en el accidente de la Hullera Vasco-Leonesa el 28 de octubre de 2013.

Otra es un duende, el Trasgu, encargado de señalar el camino de ruta por el margen del río Casares. Una estatua de 200 kilos que se encuentra a cinco metros de altura y que cuenta, en su pare inferior izquierda, con un cartel que sirve para su presentación. Es el guardián de la tierra y del bosque que se esconde entre espinos y piornos y siestea en las praderas cuajadas de flores. Un personaje de cuento que otorga ese punto mágico que tiene la Senda de Celorio.

La idea, según su creador, Amancio González es «inculcar a los más pequeños la idea de que el bosque está vivo». Esta figura supone la primera fase de la ruta.

Otro hito es la estructura metálica que enmarca un texto del escritor Juan Carlos Pajares alusiva al grupo de personas que resultaron represaliadas en la zona y cuyos restos aún no se han recuperado.

Para la vuelta, conviene seguir un camino que transcurre paralelo al río Casares hasta la entrada al hayedo de La Boyariza para, desde allí, llegar al punto de inicio.

Una senda que ha ido creciendo en la que se mezclan historia, arte y sueño a 1.230 metros de altitud, Una buena oportunidad de conocer un rincón de la provincia lleno de encanto y apto, además, para todos los públicos.

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