Diario de León

MINEROS DE OTRA PASTA

La exposición ‘La mina en plastilina’ vuelve ampliada y renovada con una peculiares figuras hechas también de este material. Porque debajo de su dureza aparente se esconde una sensibilidad que aflora más a menudo de lo que se cree

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León

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Dicen que los mineros son gente dura, que esa es una condición necesaria para quien cada día tiene que meterse varios cientos de metros en el interior de la tierra, caminar casi a oscuras por un laberinto de galerías hasta el tajo y pasarse la mitad del día mojado hasta los huesos, respirando polvo y oyendo el incesante y repetitivo ruido del martillo golpeando la veta de carbón.

Pero quien ha convivido con ellos sabe que debajo de esa dureza aparente, que da la incertidumbre de no saber si uno volverá con vida al exterior al final de la jornada, se esconde una sensibilidad que aflora más a menudo de lo que se cree. Una sensibilidad que a veces se llama compañerismo cuando en el corte la vida del otro depende de uno, o solidaridad con la viuda que necesita más que nunca el ánimo y la ayuda del resto, o impotencia cuando la brigada después de tantas horas solo saca una camilla cubierta con una sábana, o emoción al sentir las lágrimas discretas recorriendo el rostro mientras se porta la imagen de Santa Bárbara en la procesión del día de la patrona.

Y por eso es cierta la expresión que dice que los mineros están hechos de otra pasta, duros por fuera, blandos por dentro. Y más cierta aun para las decenas de mineros que desde hace unos días conviven en el Museo de la Siderurgia y la Minería de Castilla y León, en Sabero.

Son los protagonistas de la exposición temporal La mina en plastilina, que después de su éxito del año pasado, vuelve ampliada y renovada con estos peculiares mineros hechos también de otra pasta, en este caso de la plastilina que las ha dado vida.

Producida por el museo y realizada por los artistas de la Fundación Educa, expertos en este tipo de exposiciones, la muestra presenta doce escenas del trabajo y la cultura minera con las que se quiere dar a conocer de una forma didáctica y divertida, especialmente a los niños y jóvenes, la peculiaridad de un trabajo seguramente ya casi olvidado.

La exposición aborda tanto el trabajo en la minería antigua, con escenas donde los mineros ataviados con pantalón de pana y boina comparten espacio con mulas y locomotoras de vapor, como en la minería moderna, donde los monos y cascos con lámpara se unen a los modernos martillos neumáticos, las locomotoras diésel y los explosivos. También hay lugar para la minería más reciente, la de cielo abierto y para una actividad vinculada que pronto pasará al olvido, las centrales térmicas. Y no podía faltar el aspecto más duro de este trabajo, el marcado por los accidentes, que en este caso se salda con éxito gracias a los miembros de la brigada de salvamento que sacan herido pero alegre al peculiar minero de plastilina que nos mira desde dentro de la vitrina.

Nuevas escenas

La muestra incorpora en esta edición cuatro nuevas escenas. Sin duda una de las más llamativas, por la minuciosidad con la que está hecha, es la recreación de un vestuario minero. Pero también gana protagonismo el papel de la mujer en la mina, con varias carboneras, que se afanan en rebuscar en las escombreras para llenar sus cestos. Mujer es Santa Bárbara, llevada en otra escena a hombros por varios mineros de largas piernas y grandes ojos. Y pegada a la triste y no muy lejana realidad, la última escena recrea un momento de protesta por el anunciado cierre de los pozos mineros, una barricada en la carretera protagonizada por trabajadores encapuchados y armados como pueden, que esperan a unos antidisturbios que no aparecen en la vitrina mientras en el suelo, como señal premonitoria, aparece caído un cartel con el nombre de Ciñera de Gordón.

La exposición, con entrada gratuita, se podrá ver en horario de museo, hasta finales de febrero del 2020.

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