Diario de León

Desde que hubo cielo hay cuernos

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León

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josé enrique martínez

Desde que hay cielo hay cuernos», escribió Gutierre de Cetina. Y atendiendo a este criterio, Francisco Gutiérrez Carbajo publica un libro instructivo y divertido a la vez en el que la poesía festiva, satírica y erótica, además de otros textos en prosa, tiene buen acomodo: Cornudos y cabrones en la literatura española. La amplia antología va precedida de un estudio sabio e interpretativo de más de cien páginas que da cuenta del dilatado y dificultoso camino recorrido hacia la dignificación de la mujer. Tal itinerario lo transita el crítico con gran acopio de datos y textos españoles y foráneos. Nos muestra, de este modo, que la mujer ha recibido tratamientos opuestos: la idealización a que propendieron el amor cortés y el petrarquismo, frente a espacios en que la mujer fue considerada harpía, bruja, ramera o malmaridada. La mujer fue culpada incluso de que el marido fuera cornudo o cabrón, términos que el profesor Gutiérrez Carbajo revisa en los diccionarios de la legua y, cómo no, en el Diccionario del erotismo de Cela. Estudia después con pormenor la literatura de cornudos en la española, de inusitada riqueza en la Edad Media carnavalesca desde el Libro de buen Amor, el Corbacho, La Celestina y la copla popular. No podemos seguir aquí el docto estudio que indaga el tema de los cornudos en los textos del Siglo de Oro y de los siguientes, incluyendo el primer tercio del XX. Nos basta con citar títulos tan ilustrativos como Cornudo y contento, de Lope de Rueda, la Paradoja, de Cetina, cuyo largo título detalla: Trata que no solamente es cosa mala, dañosa ni vergonzosa ser un hombre cornudo, mas que los cuerno son buenos y provechosos; añadamos el Discurso de los cuernos, de Baltasar del Alcázar, Carta de un cornudo a otro intitulada El siglo del cuerno, de Quevedo, y Los cuernos de don Friolera, de Valle-Inclán.

Refiriéndonos solo a los textos poéticos, el lector puede regocijarse con la lectura del cuento de Pitas Payas del Arcipreste de Hita, con sabroso textos de Hurtado de Mendoza como El loor del cuerno, pasando por Góngora o Aldana, por Quevedo, Lope y Villamediana, por el Moratín del Arte de las putas y el Samaniego de El jardín de Venus, sin despreciar la copla popular de inigualable gracejo: «Tu marido y el mío / se han peleado / se dijeron cabrones / y han acertado»; «Perico viene de arar / y no cabe por la puerta / y le dice su mujer: / Agacha la cornamenta».

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