Diario de León

Fundamental para el ‘underground’

En ‘Kraut’ de Peter Pontiac podemos encontrar a Robert Crumb, Miguel Delibes y a Art Spiegelman, pero sobre todo a lo que asistimos es a un ejercicio de sinceridad y maestría porque se trata de una biografía a modo de carta ilustrada donde el holandés se desgarra para entender a su padre.

Una de las últimas fotos del ilustrador holandés Peter Pontiac.

Una de las últimas fotos del ilustrador holandés Peter Pontiac.

Publicado por
León

Creado:

Actualizado:

pilar martín

En Kraut de Peter Pontiac podemos encontrar a Robert Crumb, Miguel Delibes y a Art Spiegelman, pero sobre todo a lo que asistimos es a un ejercicio de sinceridad y maestría porque se trata de una biografía a modo de carta ilustrada donde el holandés se desgarra para entender a su padre.

Publicado en el año 2000, este obra llega a España ahora de la mano de la editorial Fulgencio Pimentel, una casa donde tienen a sus lectores acostumbrados a autores de perfiles extraordinarios, como es el caso de este holandés (Beverwijk, 1951-Amsterdam, 2015), quien para algunos es alguien conocido, ya que en los años 70 empezaron a llegar a España tiras cómicas que se publicaban en revistas como «El Víbora».

Tiras centradas en la droga y el rock’nroll, recuerda a Efe Alberto García Marcos, editor de la editorial Fulgencio Pimentel, porque éstos eran los grandes vicios de este «underground de los pies a la cabeza».

Pero en esta editorial riojana también sabían que Pontiac «era muy distinto a esa obra gamberra», en concreto porque lo mostró en «Kraut», donde se desnuda para contar las intimidades de su familia, de su padre, Joop Pollmann, un ferviente católico, voluntario en las SS, reportero de guerra en el frente oriental y luego periodista rosa que acabó suicidándose en la bahía de Daabooi, en Curazao.

Una vida que va narrando el holandés en una carta donde, como si fuera el soliloquio de Carmen en «Cinco horas con Mario», cuestiona a su padre, narra su vida, reflexiona, critica, se cabrea y se muestra reflexivo al final de las páginas. «Recuerda al ‘Maus’ de Spiegelman, pero aquí tenemos un señor (en referencia al padre del autor) que no era una víctima, que estaba del lado de los verdugos y queda mal parado», matiza García Marcos. De lectura densa, por la cantidad de información y dibujos que ofrece Pontiac, Krau» arranca con rencor, justo en el momento en el que le notifican la muerte de su padre. Y a partir de ahí el autor se va abriendo en canal y deja ver cómo tiene necesidad de reconciliarse con ese hombre al que no ve desde 1978 porque, al final, fue alguien que se dejó llevar por sus circunstancias.

«Está redactado con cierta intención literaria, es una carta y está pensada en su forma de escribir, rebuscada, delicada, encontrando la manera de dar mucha información pero ir intercalando los sentimientos. Es denso —remarca García Marcos— pero hace un repaso de la historia de la Europa pre nazi». En este sentido, Pontiac ofrece además un dibujo de un depurado estilo underground, tanto que recordar al mismísimo Robert Crumb es fácil, aunque se trata de un estilo personal que salpica el texto de una manera caóticamente ordenada.

«Es un dibujante extraordinario, tiene una capacidad para las perspectivas, gestualidad humana, encuadres bien hechos, pero esa influencia está ahí, aunque él la lleva más allá», explica García Marcos.

Pese a que esta obra ha sido admirada por el Will Eisner, quien dijo que era una obra «absolutamente innovadora», o por Michael Faber, quien destaca que se trata de una historia «absorbente, guiada como un thriller clásico»; no es conocida por el gran público por una simple razón, que Pontiac era holandés, y no americano.

tracking