Diario de León

Captado el mayor cataclismo cósmico

Los detectores de ondas gravitacionales de Europa y Estados Unidos documentan las primeras fusiones de agujeros

Imagen de la explosión de un agujero negro. EFE

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Los científicos han documentado diversas fusiones entre objetos compactos estelares, pero les faltaba encontrar la de un agujero negro con una estrella de neutrones. Ahora, gracias a las ondas gravitacionales, han podido detectar no solo una, sino dos, solo con diez días de diferencia.

En enero de 2020 se detectaron dos ondas gravitacionales que se produjeron por un proceso que se había predicho, pero que nunca se había observado hasta ahora: una fusión de «pares mixtos», formados por una estrella de neutrones y un agujero negro.

En la investigación, Astrophysical Journal Letters, trabajaron más de mil científicos, entre otros, de la Colaboración Científica Ligo (LSC), la Colaboración Virgo y el proyecto del Detector de Ondas Gravitacionales de Kamioka (Kagra).

La onda gravitacional GW200105 se detectó el 5 de enero de 2020 y fue el resultado de la fusión, hace unos 900 millones de años, de un agujero negro y una estrella de neutrones, 8,9 y 1,9 veces más masivos que el Sol, respectivamente.

La segunda señal, diez días después, se originó hace unos mil millones de años, cuando se fusionó un agujero negro de 5,7 más masa que el Sol con una estrella de neutrones con una masa 1,5 veces superior.

Tanto las estrellas de neutrones como los agujeros negros son restos superdensos procedentes de estrellas muertas y en los dos casos ahora detectados uno giraba alrededor del otro.

Los resultados permitirán a los investigadores sacar las primeras conclusiones sobre el origen de estos raros sistemas binarios y la frecuencia con la que se fusionan.

Estas observaciones ayudarán, además, a desvelar algunos de los misterios más complejos del Universo, como los componentes básicos de la materia y el funcionamiento del espacio y el tiempo.

Poco después de la localización de ambas ondas por los detectores Virgo y Ligo, los astrónomos fueron alertados de ambos sucesos y buscaron en el cielo los destellos de luz asociados, sin embargo no encontraron ninguno.

Puede deberse a la gran distancia a la que se encuentran estas fusiones, lo que significa que cualquier luz, independientemente de la longitud de onda, sería muy tenue y difícil de detectar incluso con los telescopios más potentes. También es probable que las fusiones no emitieran luz debido a que los agujeros negros fueran lo suficientemente grandes como para tragarse las estrellas.

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