Diario de León

«León investiga el gran avance de la terapia celular sin células»

León

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—¿Qué nuevas terapias biológicas se han ensayado en el dolor discogénico?

—Las primeras terapias biológicas ensayadas tuvieron una intención regenerativa, como el trasplante de condrocitos, inhibidores de enzimas degradativas, plasma enriquecido con plaquetas y factores de crecimiento anabólicos. Sin embargo, con ninguno de estos tratamientos se ha conseguido detener o revertir el proceso degenerativo, ni tampoco aliviar el dolor. En la última década se está utilizando el trasplante con células troncales mesenquimales (‘células madre’) derivadas de la médula ósea o de tejido adiposo, con lo que se ha observado cierta estabilización de la degeneración, pero sobre todo se ha conseguido reducir el dolor en controles de hasta de seis años. Este tratamiento tiene licencia de medicamento y ya se está aplicando en varios centros.

—¿Qué aportaciones se han hecho en el Instituto de Biomedicina de la Universidad de León?

—Los estudios del equipo que dirige la Dra. Vega Villar de la ULE, han demostrado in vitro y en estudios pre-clínicos que el beneficio de las células madre tienen que ver con la acción inmunomoduladora de la inflamación, pero aún más interesante es la verificación de que las células madre, por una acción paracrina, secretan moléculas con acción antiinflamatoria dentro de un medio soluble conocido como secretoma. Esto es un gran avance, porque en un futuro próximo se podrá prescindir de las células y aprovechar los beneficios del secretoma, lo que se conoce como ‘terapia celular sin células’, o más importante todavía, la identificación de moléculas específicas responsables de la acción antiinflamatoria como el factor de crecimiento transformante beta (TGF-beta) y la interleucina 10 (IL-10), para administrarlas localmente o por vía sistémica.

—¿Qué avances se presentaron en el simposio de León?

—El simposio ha servido para dar visibilidad a la investigación que realizamos en la ULE, pero también en esa futura aplicación de las moléculas del secretoma, la nanotecnología tendrá un papel importante como demuestran los estudios pre-clínicos del equipo del CSIC que dirige la Dra. María Rosa Aguilar en Madrid. Y hay avances en la investigación de la terapia celular aplicada por vía sistémica aprovechando moléculas que guíen o dirigen el tráfico de las células hacia una diana específica, tal como ha expuesto en su conferencia magistral, el profesor Robert Sackstein de Miami.

—¿Qué le llevó a promover la investigación del dolor discogénico?

—Como dice López Otín, el mantra de la medicina es conocer para curar. En el caso que nos ocupa, resulta sorprendente que estando en la era post-genómica, proteómica y molecular, los problemas derivados de la degeneración discal sintomática, aún no tengan un tratamiento biológico, como por ejemplo la artritis reumatoide que se ha resuelto con anticuerpos monoclonales. Esto nos movió al grupo del Ibiomed de la ULE en 2013 a iniciar una investigación básica sobre este dolor. Aún con las dificultades y precariedad con la que trabajan nuestros investigadores, se han ido consiguiendo resultados interesantes, gracias al encomiable esfuerzo personal que ellos realizan. La investigación consume mucho tiempo y son necesarios muchos recursos humanos y materiales. Gracias a las aportaciones altruistas de particulares y de los artistas leoneses que apoyan a la Fundación Pro-Neurociencias, estamos patrocinando esa investigación. Es propicio, un homenaje a la memoria del filántropo D. Antonio Martínez Álvarez de Aster, patrono fundador.

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