Diario de León

MEMORIA HISTÓRICA

Emilio Grandio: «El pazo de Meirás es de mayor importancia que el Valle de los Caídos»

«Franco estaba por encima de la ley». Emilio Grandío, profesor de Historia Contemporánea en la Universidad de Santiago e investigador del grupo Hispona, ofrece hoy una conferencia (12.00 horas) en el Aula Magna de Filosofía y Letras de la Universidad de León sobre los usos públicos del pazo de Meirás.

El historiador gallego Emilio Grandío Seoane, ayer en León. FERNANDO OTERO

El historiador gallego Emilio Grandío Seoane, ayer en León. FERNANDO OTERO

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—¿Por qué es importante la reversión del pazo de Meirás al patrimonio público?

—Lo más importante de todo es marcar las diferencias entre una dictadura y una democracia. Una democracia no puede permitir que se den discursos antidemocráticos dentro del propio pazo. Además, es importante porque los historiadores tenemos que marcar esa diferencia, sobre todo cuando esas cosas no se han arreglado suficientemente en el pasado. Hay que convertir el franquismo en historia, en un relato sobre nuestro pasado bien hecho, honesto y con el necesario retorno social de valores democráticos y expresión ciudadana.

—Ha sido un proceso largo y costoso...

—No ha sido. Aún está. El proceso no ha acabado.

—¿En qué fase está y por qué es tan complejo?

—En el caso del pazo de Meirás un recurso ante el Supremo de la familia. Hay distintas reclamaciones a diferentes niveles. Meirás no es sólo el espacio patrimonial del Pazo: es la zona. Es un entramado de poder tejido durante décadas que se relaciona de manera compacta. El círculo se amplía con los procesos ahora abiertos para la recuperación de la propiedad de las Estatuas del Maestro Mateo y la Casa Cornide por los Concellos de Santiago y A Coruña. Cada uno tiene su singularidad en cuanto a los procesos de reclamación.

—¿Que hay en común en ese entramado?

—La voluntad de ocultar el pase de lo público a lo privado, idénticos personajes implicados, participación directa y opaca de las instituciones, presencia directa de los Franco ‘in situ’ cuando se realizan los hechos clave, tardía consideración de bienes muebles e inmuebles como BIC...

—Sus trabajos son claves en estos procesos judiciales. ¿Qué simbolizar el pazo de Meirás en la historia del franquismo?

—Meirás es de mayor importancia que el Valle de los Caídos. Ha sido uno de los mayores éxitos de la movilización cívica de este Estado de los últimos años y será algo fundamental para el futuro. Ejemplifica los usos privados de lo público. En el trabajo de investigación que hemos desarrollado durante años, no sólo yo sino todo un equipo. En el camino se verificó la unión de todas las instituciones. De todos los partidos. Ninguno restó. Todos sumaron porque había un enorme grado de coincidencia de que una sociedad democrática no podía asumir las herencias de los usos de una dictadura.

—¿Demasiado largo, no?

—Es un proceso de tiempo, que se inicia a la muerte de Franco, pero por una serie de circunstancias su evolución se aceleró en los últimos años en una doble dirección: una sociedad civil que durante años realizó demandas a los políticos, pero también políticos que entendieron un trabajo sin etiquetas y sin medallas. La única imagen resultante del proceso es una unidad de acción cívica y democrática.

—¿Ve un final satisfactorio?

—El camino va bien... Es mucho más que el pase de un inmueble privado a público. Puede representar un punto y aparte respecto de nuestra consideración del pasado, y por supuesto de sentirnos capaces de quitarnos losas de silencio y afrontar de frente el futuro. Es verdad que hay muchos colegas que nos felicitan. Es de agradecer pero debe hacernos pensar en que no fue muy normal esperar casi medio siglo tras la muerte del dictador para solventar este desajuste.

—¿Vamos tarde?

—Vamos tarde con muchas cosas referidas a ese pasado. También con el tema de las fosas, que absolutamente humanitario, y con el estudio de la dictadura en los años 60 y 70, que son fundamentales para empezar la transición. El pazo de Meirás, siempre fue un conflicto interno, que no se percibía, pero que siempre estuvo ahí. La propia jueza resaltaba en la resolución de septiembre del 2020 este aspecto de ‘madurez democrática’ de la sociedad actual que nos convierte en una sociedad adulta capaz de reconocernos en nuestro pasado.

—¿Cómo valora la nueva ley de Memoria Democrática?

—Siempre digo a mis alumnos que la memoria democrática requiere políticas públicas pero estables en el tiempo. Estamos hablando de casi cincuenta años desde que murió Franco. Y se va a saltos. Hay políticas cuando hay gobiernos progresistas, pero esto debería ser fruto de más consenso que es lo que reflejan las encuestas españolas, que este pasado no debe ser arrojado políticamente a unos y otros, sino que debe ser asumido por la totalidad de la sociedad democrática. También es verdad que ninguna sociedad que tiene una guerra civil arregla el pasado de una manera fácil. La memoria y la historia son cosas distintas. Donde nos encontramos es en el pasado. Y ese pasado debe ser arreglad desde la perspectiva de una sociedad democrática.

—¿El pazo de Meirás es un ejemplo de cómo Franco usó las leyes para apropiarse de bienes?

—Lo que tenemos que marcar como profesionales del pasado es que Franco estaba por encima de la ley. La ley tiene su aplicación, sus usos y sus ausencias. ¿Quién le podía decir algo a Franco en aquel momento?

—¿La apropiación de bienes de los vencidos por parte de los vencedores está poco visualizada?

—Los historiadores llevamos tiempo investigando, los papeles están ahí. Nosotros no somos políticos.

—¿Que envergadura tuvo esa represión económica?

—La dictadura no es un partido político en democracia. Es un régimen en el que la impunidad y la jerarquía manda. Lo que se pudo hacer que hayamos constatado es lo que nos queda en los papeles. La distancia temporal no nos ayuda nada. Pero no sólo lo que queda en los papeles seguro que fue lo que hubo.

—¿Se están alejando más los jóvenes de ese pasado o hay más sensibilidad?

—Yo creo que este problema lo tiene asumido la mayor parte de la sociedad, jóvenes o no. Es cierto que una parte de las asociaciones memorialistas están integradas por jóvenes. Lo que está claro es que tenemos una sociedad lo suficientemente madura para afrontar ese pasado.

—¿Cuáles son los obstáculos para poder acceder a esa historia de las últimas décadas del franquismo?

—Material, hay. El problema del acceso a las fuentes es que de esa etapa no está todo a disposición. Es necesario una fuerte inversión pública en archivos y acercarlos a la sociedad. El Foreing Office —Archivo Nacional Británico— por poner un ejemplo, tiene dos plantas, una dedicada a los investigadores y otra a la población. Necesitamos cuidar más nuestras fuentes del pasado. Es evidente que cada vez que pasa el tiempo hay más problemas para estudiar ese pasado. Los estudios de la guerra civil avanzaron mucho a partir de que se abrió el archivo de Ferrol a principios del siglo XXI.

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