Diario de León

La voz de los pueblos leoneses repica en Botines

León

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La voz de los pueblos se apoderó del centro de León. Los toques de campana tradicionales recobraron vida en la plaza de Botines de la mano de campaneros de León , Palencia y Zamora.

El I Congreso Nacional de Relojes, Campanas y Arte Sonoro del Noroeste de España rindió tributo al que fue «el primer mass media de la historia de las tierras leonesas», tal y como desarrolló en su conferencia Jorge de Juan, teólogo, miembro de la Asociación de Campaneros de León y que se ha criado en Villavante , referente vivo de las campanas.

Con el campanario portátil de la Escuela de Campaneros, fundada por Joaquín Alonso Martín en 1986 en este pueblo entre el Páramo y el Órbigo, sonaron en Botines los toques a tente nube, concejo, rogativa, a muerto en sus versiones de hombre, mujer y niño, el toque a fuego o rebato y el toque de fiesta.

El origen de las campanas se encuentra en todas las civilizaciones desde épocas remotas. En Roma ya regían los pasos ordinarios y extraordinarios con el tintinabulun y de su uso sagrado da constancia el libro del Éxodo, cuando Yavhé dice a Moisés cómo tienen que ir vestidos los sacerdotes, «con campanillas de oro y una granada».

Las campanas adquieren su papel comunicador cuando son subidas a las torres de los templos, de lo que da cuenta por primera vez San Paulino de Nolia en el siglo V en la región de Campania, que ha llevado a pensar que el término campana proviene de este topónimo italiano. 

"En el siglo XIII se produjo la efervescencia de la construcción de grandes campanarios", prosiguió Jorge de Juan. De valor de las campanas hablan algunos episodios de las guerras entre cristianos y musulmanes, como cuando Almanzor mandó, en el siglo X, hace transportar las campanas de Santiago a Córdoba. "Ya eran un fuerte medio de identidad", subrayó.

El experto detalló los pasos del 'facer de las campanas'. El barro, el fuego y el bronce son los elementos que, con las manos del hombre, logran una conjugación para convertirlas en el instrumento cuyos sonidos construyen un lenguaje propio y, en muchos toques, específico de cada pueblo. Se hacían con una aleación de cuatro partes de cobre y una de estaño en los siglos VII y VIII según Teófilo Lombardo. "La regla actual son 13 partes de cobre y cuatro de estaño", precisó De Juan.

Las campanas se hicieron a pie de torre durante muchos siglos, "para abaratar costes y evitar roturas". El oficio de fundidor de campanas fue precario e itinerante y a veces se combinaba con otras profesiones porque era insuficiente para la subsistencia. De este trabajo a pie de torre dejan constancia excavaciones arqueológicas como la llevada a cabo en San Isidoro por Fernando de Miguel, que descubrió un molde de campana. 

"Los campaneros muchas veces morían lejos de sus hogares y las viudas nombraban deudos para que cobraran lo que se les debiera", señaló el conferenciante. Con el tiempo, las empresas fundidoras ponían publicidad en los pueblos o se anunciaban en los boletines oficiales de los obispados para que les llamaran los sacerdotes. Marcas como Valentín Cabrillo, de Salamanca, Manuel Quintana, de Palencia, Ballesteros, Campillo y Bustamante aparecen en los libros de fábrica de muchas campanas leonesas.

Exhibición de toques de campanas. FERNANDO OTERO

Exhibición de toques de campanas. FERNANDO OTERO

Una vez fundidas, las campanas eran bendecidas, "por la íntima relación que guardan con la vida de las comunidades cristianas", precisó Jorge de Juan. Hasta el Concilio Vaticano II eran consagradas mediante un ritual que incluía exorcismos. El origen de la bendición se remonta al menos al siglo V, se solemniza en el Concilio de Trento y en 1892 se contempla por primera vez la bendición para el uso profano. Desde 1902, las campanas ya no tienen que ser bendecidas por el obispo.

Los sacerdotes eran los encargados del repique, una función que ni el obispo les podía quitar. El oficio de campanero era remunerado. En la Catedral de León, Federico Fernández Zapico, Ico, fue el último en tocar las campanas manualmente antes de que se automatizara. "En las torres había dependencias donde vivían, tenían su cocina, cocina y a veces hasta la pocilga para criar el cerdo", explicó De Juan.

En los pueblos había un vecino que asumía la tarea por decisión del concejo, que otorgaba el contrato a la baja. Otra singularidad de León y de sus tierras del sur es que era el pastor comunal el encargado de hacer los tres repiques del día y toque de vecera. 

La relación del pueblo con las campanas era muy estrecha y "los mozos subían en masa a la torre para ocasiones singulares". Una tradición que se mantiene en Fresno de la Vega, la víspera de Santa Brígida para tocar a tente nube, y la víspera de Todos los Santos para recordar a las ánimas. "Como reconocimiento, el cura y el ayuntamiento solían obsequiarles con pastas, mistela y en ocasiones con una machorra".

Las campanas también se usaron en los ritos iniciáticos, como señaló citando a José Luis Alonso Ponga. "Representan la asunción de responsabilidades y derechos en las familias y las comunidades". 

El I Congreso Nacional de Campanas cerró ayer sus debates con una mesa redonda en la que participaron campaneros y expertos tras la exhibición de los toques de campanas en la plaza.

Jorge de Juan animó en su charla a recuperar el toque del lobo, los repiques con los que se convocaba a los habitantes de Riaño para cazar al depredador cuando aparecía por el entorno. También insistió en que cada pueblo debe buscar su memoria campanero si aún queda quien lo recuerde y que no se trate de imponer el modo de tocar de otros sitios debido a que todos tienen sus particularidades. 

Una salida práctica sobre relojes mecánicos y arte de campanas pone hoy el broche a este congreso organizado por la Universidad de León y Fundo, bajo la dirección del profesor Jorge Martínez Montero, La visita práctica inicia su recorrido en Mansilla de las Mulas y el Museo de los Pueblos Leoneses para continuar en Astorga con la visita al Museo del Tiempo y la colección de relojes antiguos para finalizar en Santa Marina del Rey, donde verán el reloj concejil. 

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