Diario de León

Carlos César Pérez: «No veo posible un futuro sin que la ciencia utilice a los animales»

El veterinario Carlos César Pérez, con un ejemplar de su discurso de entrada en la Academia de Ciencias Veterinarias de Castilla y León. J. NOTARIO

El veterinario Carlos César Pérez, con un ejemplar de su discurso de entrada en la Academia de Ciencias Veterinarias de Castilla y León. J. NOTARIO

León

Creado:

Actualizado:

El veterinario Carlos César Pérez García, ex director del Animalario de la Universidad de León durante veinte años, ingresó como Académico de Número en la Academia de Ciencias Veterinarias de Castilla y León con un discurso sobre los Principios éticos de la experimentación animal: no hablamos de nada nuevo. En é l repasa la ética social, personal y profesional y las directivas existentes.

—La Facultad de Veterinaria de León siempre tuvo un gran prestigio, aunque quizás ahora no tenga la relevancia de otros años. ¿Qué ha cambiado?

—Ha cambiado todo. León tenía muy buen prestigio cuando sólo había cuatro facultades distribuidas en Madrid, Zaragoza, Córdoba y León. Pero ahora hay muchas más y la gente se ha ido, fundamentalmente a la Universidad de Santiago de Compostela y a Murcia. En el momento en que las cosas se dispersan el talento se dispersa y cambia la capacidad de presión que tienen las facultades. La primera se abrió en Madrid y había que distribuir. Aunque ahora hay gente que no lo entienda, las política ha funcionado en estas decisiones. A Galicia se la penalizó porque tenía la Facultad en Santiago y lo dejaron pasar porque ser veterinario no era muy prestigioso, no era ser muy universitario. Entonces eligieron León, vinculada a Oviedo. Hace poco celebramos nuestro 150 aniversario.

—¿Desde el principio se investigó con animales en León?

—La experimentación con animales se ha hecho en todas las facultades desde el principio, desde 1820. Era una experimentación puramente académica para saber dónde estaban los órganos cómo funcionaban, cómo metabolizaban y eliminaban ciertas sustancias. El creador de la medicina experimental se llamaba Claude Bernard, que fue determinante. Sobre 1867 escribió el libro Introducción a la Medicina Experimental. En el año 1865 la experimentación se hacía según los criterios de la época. Como dato curioso, cuando Claude Bernard se separó de su mujer su hijas se fueron con su esposa y le hicieron manifestaciones frente a su casa llamándolo viviseccionista, porque, en cierto momento, para un experimento, mató al perro de su hija. Estas cosas hay que mirarlas en su contexto. En el año 1865 no se usaba la anestesia. Unos ocho años antes se empezó a anestesiar a las mujeres en el hospital para dar a luz. De esa época son el éter y el cloroformo. ¿Cómo se iban a anestesiar a los perros o los conejos si no se anestesiaba ni a las personas? A los que investigaban con animales se les llamaba viviseccionistas porque abrían a los animales en vivo y sin anestesia.

Las cobayas se utilizan para avanzar en la investigación contra las enfermedades. JESÚS F. SALVADORES

Las cobayas se utilizan para avanzar en la investigación contra las enfermedades. JESÚS F. SALVADORES

—¿Y cuándo empezó la ética?

—Digamos que la ética como tal comienza cuando hay un grupo pequeño de personas que empieza a preocuparse por lo que se hace con los animales. La preocupación por el cuidado de los animales, el buen trato, surge más o menos en 1950. Cinco veterinarios de cinco facultades de EE UU se ponen de acuerdo y crean un panel para el cuidado de los animales. Enviaron treinta cartas y la gente empezó a responder. En un año consiguieron que 450 personas quisieran asistir a una reunión porque les parecía importante. La realidad es que la especial preocupación por el buen trato a los animales no nace de la sociedad, nace de que los veterinarios y los cuidadores, los que trabajaban con los animales porque estaban preocupados.

—¿Cómo puede hacer entender a la gente que una persona que ama a los animales se dedica a experimentar con ellos?

—Los animales todavía son necesarios para muchas cosas y no pueden ser sustituidos. La regulación actual de la Comunidad Económica Europea es una directiva del año 2010, que aquí en España se implementó en el año 2013. No es que los españoles fueran más tarde que los demás, no es cierto. Fuimos uno de los primeros. La directiva se aprobó en 2010, pero fue cuando se produjo el crack económico. La directiva decía muchas cosas, pero por poner un ejemplo, las jaulas para conejos y ratones tenían que ser más grandes. Todas las jaulas que tenían los refugios de animales de Europa no valían. Necesitábamos más espacio. Por tanto, las jaulas que servían para todas las ratas de toda Europa ya no servían para ratas, hubo que comprar unas nuevas. Fue un muy mal momento para cambiar. En 2013 las cosas empezaron a mejorar. Esa directiva tiene en los antecedentes que, cuando sea posible, hay que suprimir el uso de animales en la investigación científica.

—¿Cuándo va a ser posible?

— Eso no va a ser posible. No creo que alguna vez sea posible. No lo veré.

—¿Ni con el uso de la Inteligencia Artificial?

— No. La Inteligencia Artificial es una base de datos de información muy importante y que se puede manejar, que proporciona información sobre lo que ya existe y está ahí. La inteligencia humana es la que introduce datos nuevos, crea. Otra cosa es que no tenemos información de todo eso, hay algunas soluciones que serán mucho más rápidas y mucho menos traumáticas. Y para eso creo que la Inteligencia Artificial será útil, pero no para otras cosas. Existe cierta tendencia a creer que en España nos preocupamos por la ética en la experimentación desde hace cuatro días, y no es cierto. España tiene una norma desde 1988. Cuando entramos en la Unión Europea en 1986, Europa creó una directiva. Y España lo trasladó en febrero de 1988, es decir, en menos de año y medio esa regulación ya estaba implementada, cuando hubo que implementar normativas de todo tipo, para la industria, para la alimentación, para la hostelería... para 17.000 cosas que probablemente preocupaban más. En contra de lo que suele decirse, se preocuparon por tener una normativa animal. La directiva de la Comunidad Económica Europea tenía 27 páginas, y lo que salió en el BOE tenía dos. Pero continuamente se refería a la directiva comunitaria. Buena parte de las universidades y catedráticos no hicieron demasiado mucho caso. Entonces no se entendía bien eso lo de la normativa europea si no estaba publicado y especificado en el BOE.

—¿La ciencia actual sería como es si no se hubiera apoyado en los animales?

—No habría habido avances científicos. Todavía necesitamos animales para muchas cosas. Todos sabemos que el Nolotil es un muy buen producto para quitar el dolor. ¿Podemos trabajar en un producto que sea mejor que el Nolotil? Sí. ¿Cómo vamos a probar si realmente es mejor o no? Sólo hay una solución. De una manera regulada, de una manera bien definida, hay que provocar dolor a alguien y ponerle la nueva sustancia. ¿Se lo hacemos a la gente directamente?

—Los activistas defensores de los animales le recordarían que tienen derechos, como las personas.

—Sí, pero entonces deberían ofrecerse como voluntarios para esto. Que se ofrezcan voluntarios para cuando alguien tiene un accidente automovilístico y se han seccionado unos nervios y hay que coserlos, y hay que tener una seda nueva, especial, que sea menos traumática, que se ofrezcan voluntarios para probarla. No hay alternativas. Para ver cómo se soluciona una amputación, si yo quiero un medicamento nuevo, una sustancia que disminuya la infección que se produce en esa herida, todas esas cosas, las tengo que probar en algo. Y el algo no puede ser ni una simulación por ordenador. Por el momento necesitamos a los animales.

—Por el momento. ¿Qué tiene que pasar para que no se necesiten?

—No soy capaz de pensar en un momento en el que no necesitemos a los animales. En mi discurso para entrar como académico correspondiente en la Academia de Ciencias Veterinarias de la región de Murcia voy a hablar de los comités de ética y del veterinario. Sólo se puede experimentar en centros y personal autorizado y con proyectos previamente evaluados por un comité. Castilla y León hace inspecciones sin avisar dos veces al año. El comité científico, ya sea que si te dan dinero o no, tiene que pasar por un comité de ética. Y en ese comité de ética decimos que no a muchas cosas que han sido aprobadas por los comités científicos.

—¿Pertenece actualmente a algún comité de ética?

—Sí, estuve primero en el de la Universidad de León cuando era director del Animalario de la Universidad, y ahora estoy en el de la Universidad de Murcia. En los comités de ética tiene que haber personas investigadoras del centro universitario, pero también tiene que haber algún representante de fuera.

—¿Por qué está también en el de Murcia?

—Porque los académicos de número tenemos que ser de la región, o haber nacido o trabajar en ella, pero hay un segundo tipo de académico, los correspondientes, que han tenido relación y se presentan. Yo tengo mucha relación con Murcia.

—¿Cuántos animales tiene el Animalario de la Universidad de León?

—No puedo decirlo

—¿Por qué?

— El reglamento dice que no tenemos que decirlo. Para hacer una investigación hay que cumplir una serie de requisitos y tiene que ser aprobarlo. El centro tiene un registros y esos datos se envían a Madrid. Y Madrid los publica y también los publica la Unión Europea. Sabemos la cantidad de animales utilizados en Europa, país por país, pero con dos años de retraso, porque, por supuesto, tenemos que procesar los datos. Son datos que no tienen por qué ser identificables. Y no hace falta saber ni cuántos animales tiene cada centro, ni qué especies tiene.

—¿Pero por qué?

—Porque los proteccionistas radicales podrían entonces querer interferir en ciertas cosas. Sólo algunos centros tienen autorización para investigar algunas cosas y eso generaría controversia entre los centros. Tiene que haber un cierto equilibrio entre la transparencia, que es necesaria, y dar toda la información. Todo lo que se hace es legal. Por ejemplo, los animalarios no pueden visitarlos ni los estudiantes de la universidad. Las personas son contaminación. No somos conscientes de hasta qué punto la contaminación es importante allí y una persona no autorizada legalmente puede contaminar. La Confederación de Organizaciones Científicas Españolas está intentando publicitar las cosas que se hacen, pero sin decir exactamente dónde se hacen. Yo estoy plenamente convencido, por ejemplo, de que todo lo que hacen en los hangares donde se investiga con robots en la universidad es legal. No necesito mucha más información porque estoy seguro de que no se dedican a fabricar un robot para atacar algo.

—¿Qué pasa con los animales una vez terminada la investigación?

— Normalmente son sacrificados. Para poder reutilizar un animal se tiene que pedir permiso, pero en la mayor parte de los animales con los que se trabaja no se concede el permiso porque se entiende que el animal ya ha sido utilizado, ha podido sufrir un cierto grado de estrés que invalidaría los datos que pueda proporcionar a posteriori . La normativa admite que los animales que no tengan nada pueda ser adoptados

—¿Eso se puede hacer en León?

—No, no se hace en León. En el animalario de León se investiga con ratones, ratas, cobayas, conejos y peces, no creo que haya ahora otros animales.

—¿Pero podría inscribirme en algún sitio si quisiera adoptarlos?

— Sí se podría, pero eso no funciona así. Funcionaría si un investigador entiende que los animales con los que va a investigar no tienen por qué morir al final. Podría pedir la autorización al comité de ética de la Universidad, luego se pronunciaría el consejo directivo y después sería un pronunciamiento a nivel nacional. Si el proyecto te lo aprueban con ese requisito se podrían realojar. Eso se hace básicamente con perros y gatos. Si hay que hacer una histerectomía, quitar el útero y los ovarios, con motivo del procedimiento experimental, la perra podría vivir perfectamente después del procedimiento y podría ser adoptada por alguien sin problemas. En el caso de un perro tenemos claro valorar lo que le puede perjudicar en su funcionamiento a su vida normal. Una rata en una casa es más problemática porque tiene que vivir en una jaula.

—¿Cuánto tiempo puede vivir una rata?

—Aquí se ha hecho investigación con ratas de hasta 24 meses. La vida media de las ratas en libertad es poco más de un año, pero en un animalario pueden vivir tres años sin ningún problema, con una comida controlada, un ambiente controlado, todas las semanas las jaulas se limpian, cada dos semanas se esterilizan, les pones camas nuevas. La libertad es muy arriesgada para estos animales. La mayor parte de la gente piensa que una gallina ponedora si puede elegir sale siempre al exterior y no es verdad, una gallina que vive en el suelo sabe que si sale fuera hay depredadores. A mi abuela le mataron gallinas los aguiluchos y las águilas.

—¿Qué le debe la humanidad a los animales?

—La vida media de los humanos ha crecido y fundamentalmente se debe a todo lo que ha mejorado la alimentación y la salud, de manera directa o indirecta. Debemos todas las vacunas a los animales. Otra cosa es que la técnica mejore. Tenemos la posibilidad de hacer una pequeña incisión al conejo y colocarle un chip para medir la temperatura, la frecuencia respiratoria, las pulsaciones y no lo tenemos que coger y molestar. Eso cuesta dinero, lo mismo que los huevos ecológicos, que cuestan más. Todo lo que la humanidad ha avanzado en bienestar y sanidad se lo debe a los animales. El 50% de los Premio Nobel de Medicina han hecho investigación con animales. Tenemos resonancia magnética gracias a que se probó antes en los animales, tenemos medicamentos gracias a que se han probado en los animales. Es cierto que incidentalmente, hay algunos casos en los que los animales han resultado confusos para la mejora de la ciencia, y continuamente salen noticias sobre la talidomida, que tiene muchos matices para contar. Siempre se ha dicho que menos mal que Alexander Fleming no investigó sólo en cobayas la penicilina. A las cobayas, la penicilina de aquella época, que no era el 99% de pureza, las mataba porque se carga una buena parte de la flora que tienen en el intestino.

—Y al revés, puede funcionar en animales y no en humanos.

—Pero siempre preferiría eso. Yo quiero mucho a los animales. Soy veterinario no porque no quiera a los animales, sino todo lo contrario, de eso no hay ninguna duda. Soy plenamente consciente de que son seres vivos como nosotros, que sufren. No necesitábamos que el Código Penal nos diga que son seres sintientes. En el año 1978 se elaboró un código ético de animales de experimentación. En ese año se decía que toda persona que emplee animales con fines experimentales debe tener presente que están dotados de sensibilidad y memoria y son sensibles al dolor y al sufrimiento. Otra cosa es que se necesite en los divorcios porque los animales no hay manera de repartirlos, es otro tema.

—¿Cómo les afecta la Ley de Bienestar Animal?

—En nada, estamos excluidos. Por mal que esté, es preferible que haya una ley a que no la haya porque antes de que entrara en vigor cada ayuntamiento tenía sus normas. La ley las unifica.

tracking