Diario de León

Quién soy aquí y quién no soy

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León

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josé enrique martínez

En 2022 publicó Visor una voluminosa antología (unas mil páginas) de La poesía del siglo XX en Rumanía; en ella hay nombres tan conocidos como Ana Blandiana, la poeta rumana más conocida en España, donde diferentes editoriales han publicado traducciones de su libros. Pero esta reseña se centra en otra escritora de menor edad que los poetas allí incluidos; se trata de Svetlana Cârstean, nacida en 1969 y cuyo tercer libro, Soy otra, ha disfrutado de un éxito en su país poco frecuente en poesía. Se publica ahora aquí en edición bilingüe, traducido por Corina Oproae. Cuando reseño un poemario traducido se debe al interés que me ha suscitado su lectura, desde el propio título, que actualiza en femenino el famoso dictum de Rimbaud: je est un autre. Identidad y otredad se suman en Soy otra, que implica, a la vez, un signo de extrañeza. El sujeto de ese «soy» no es un solo yo, sino los yos femeninos, el yo de las otras, de todas. Un poema alude al hecho de ser una mitad que se completa con la otra mitad; ella deja al sentarse la mitad de la silla: «Me siento en una mitad de la silla para poder huir con facilidad. / Y a veces yo misma me siento en la otra mitad. / Me digo. Imagina que eres otra». De la identidad habla otro poema que afirma desconocer «quién soy aquí y quién no soy», así como este tan breve: «Le dije. / Soy otra. / Retratarme no tiene ningún sentido. / Soy siempre otra». Ocurrirá, como expresa la contracubierta, que somos siempre una ficción para nosotros mismos y para los demás. En el poemario hallamos poemas muy breves junto a otros largos y muy largos; los primeros son de carácter fragmentario, ajenos a lo acabado, sin punto final que los cierre, como si fuera un solo poema dispuesto en segmentos textuales separados, aunque temáticamente formen parte de una sola pieza. Pero la extrañeza o la sorpresa como efecto estético está siempre presente. En todo caso, la poeta rumana nos previene: «hay una ingenuidad en el texto que te traiciona». Y no, no hay ingenuidad; cada poema nos hace demorarnos en su lectura, releerlo, pensarlo, indagar en su significado y en su posible sentido; lo intuimos y eso basta. Es algo frecuente en poesía, acaso por lo que expresa uno de los poemas: «Toda palabra empleada es un ser distinto de la palabra del diccionario / toda palabra es otra / cuando pasa de una boca a otra / de una lengua a otra / y de un país a otro»; es lo que experimentan los buenos traductores de poesía.

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