Diario de León
ILUSTRACIÓN: FANETTE

ILUSTRACIÓN: FANETTE

Publicado por
Rosa Palo
León

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La vida es lo que pasa mientras tú te quedas encerrado. Le ocurrió a una diputada del bloque progresista que, justo antes de la repetición de la votación decretera, salió a la terraza del Senado a echar un cigarrito. Cuando intentó entrar no pudo, y empezó a aporrear la puerta. Al rescate acudió Luis Casal, fumador y periodista de El Español que pasaba por allí porque había ido a hacer lo propio. No habrá solidaridad entre políticos y periodistas, pero sí entre fumadores: lo mismo te dan fuego que te salvan un decreto.

Yo también me he quedado encerrada muchas veces. Una, que no es moderada ni para eso. En un ascensor, varias. Y en los cuartos de baño, tantas que ya ni las cuento. Peor fue lo de Constantino de Grecia: al ir a pedirle al rey Federico la mano de su hija Ana María, el rey, noqueado ante la petición inesperada, lo encerró en el baño y apagó la luz. No, espera: peor fue lo mío. Me quedé atrapada en la ducha de un hotel. La puerta, acristalada y sin tirador, hizo el vacío y, de paso, me hizo la puñeta. Y ahí estuve durante una hora interminable, sola y enloquecida, como una rata en una jaula de cristal.

Grité y me exfolié y lloré y me lavé el pelo y volví a gritar y me puse una mascarilla capilar y lloré de nuevo y me enjuagué la cabeza. Al fin, y tras encomendarme a San José Luis López Vázquez de Todas las Cabinas, conseguí abrir la puerta con la parte sellada y angulosa de un tubo de gel. Mientras, mis amigos y mi santo estaban de cañas por Madrid; la vida, que pasaba otra vez y yo me la perdía. Cuando mi santo regresó a la habitación, me encontró con el pelo todavía mojado, pero hidratadísimo. "No te vas a creer lo que me ha pasado", le dije. Pero me creyó. El tío, que me conoce.

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