Diario de León
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León

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josé enrique martínez

Uno de los topónimos más sonoros de la geografía leonesa es el de Altobar de la Encomienda, pueblo de Julio Molero Pisabarro, autor de siete poemarios y de una magna «reescritura» del Quijote en verso al cumplirse en 2005 uno de sus centenarios. Rosales de vida es su séptimo poemario, y en él una definición certera: «Poesía es lo imposible hecho posible». Lleva prólogo de Noelia Alfonso del que recojo esta frase: «La poesía de Molero es la vida misma destilada en un cuaderno». Sigue otra introducción del propio poeta, el cual aporta diferentes definiciones de la poesía, de Cervantes a Lorca, añadiendo la suya: «la poesía es la manifestación subjetiva de la realidad objetiva», que en su caso es el amor, el recuerdo, la vida…, asuntos vertidos en esquemas canónicos entre los que descuella el soneto, siempre vivo. La memoria trae escenas de la niñez rural, la escuela, los juegos, labores agrícolas y una cierta añoranza de aquella infancia sin nuevas tecnologías, pero con valores transmitidos, como «la obediencia, el respeto, / la humildad y tolerancia». Una serie de poemas, dedicados a los Rosales de vida que cuidaron a los enfermos del covid, responden a los sentimientos brotados durante la pandemia y el confinamiento (soledad, amargura, impotencia, rabia por la impudicia política…). Por otro lado, ese título del poemario, Rosales de vida, rima bien con las rosas y jardines que pueblan los poemas: «Fresca flor en rosal de pura luna; florecía la vida en el jardín… ». Rosa es el nombre para la flor amada: «La Rosa se secó, dejando herido / el rosal de mi jardín». Estas metáforas responden a otro tema esencial de la poesía de Molero, el amor, con todos los varios motivos que lo adornan, como el recuerdo, la belleza, el deseo, el impulso erótico…, pero también los desengaños y las heridas. Como expresa en el prólogo Noelia Alfonso, «se trata de un amor en el recuerdo, de rememorar la roja pasión, de sufrir sus desdenes hasta descreerlo, pero seguirlo soñando». La naturaleza aporta otros elementos: En el lecho del río Torío es uno de los poemas más bellos, con los ecos garcilasianos del Tajo y sus ninfas. Por otro lado, a lo largo del poemario captamos algunas ideas del poeta sobre la poesía, alejada de lo engorroso y confuso, de los versos descompuestos y desafinados y apostando por la vida, el amor, la amistad: «Mis versos se alimentan de pasiones, / de utopías, de ensueño y de ausencia… / Son manojos de pétalos y vida».

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