Las predicciones a largo plazo traen de cabeza a los meteorólogos
La predicción meteorológica a largo plazo, lo que los antiguos idearon con métodos observacionales, es uno de los retos de la ciencia. El Centro Europeo de Predicción y la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), en España, dedican importantes cantidades de dinero y esfuerzos pero «los resultados son muy decepcionantes», apunta el catedrático de la Universidad de León, José Luis Sánchez Gómez.
Esta dificultad, que pone a prueba incluso a la inteligencia artificial, tiene que ver con la propia naturaleza de la meteorología. «La atmósfera tiene unos motores, que son los anticiclones», comenta. En nuestro ámbito territorial, el Anticiclón de las Azores es el que marca el comportamiento del tiempo atmosférico. «Presionado por borrascas de latitudes 60 (Irlanda y Escocia) es como un río de remolinos que marca una tendencia, pero se mueve y se traslada y es muy complicado» saber hacia dónde. «Se sabe que hay que seguir trabajando, pero no cuándo habrá resultados», añade el catedrático de Física, que es experto en precipitaciones violentas o severas como el granizo.
Hay trenes de borrascas muy curiosos, como el de estos días, que hace muy difícil determinar su comportamiento. «No cae ni una gota en el valle del Ebro y en Asturias, pero hay precipitaciones en toda la zona occidental y mediterránea».
El cambio climático hace aún más difícil las predicciones. «La atmósfera es un fluido y sus movimientos se analizan con ecuaciones, pero hay ecuaciones que no tienen solución exacta para determinar la velocidad a la que se mueven las masas. Hay más variables que ecuaciones», apostilla.
De manera que «se hacen aproximaciones». Cuando las predicciones son a 24 horas «puede haber un poco de error, cuando son a 48 horas aumenta más el margen de error..». A mayor tiempo de cálculo, más posibilidades de equivocación, «a tres meses ya es muy complicado, la incertidumbre aumenta».
Con el calentamiento global todos los fenómenos se dan con mayor frecuencia debido a que «la energía que tiene la atmósfera es mayor». «Le hemos dado un grado más a la atmósfera y se mueve más rápido, cambia su estructura. Todo es más rápido y aquellos procesos que consumen más energía se dan con mayor frecuencia», explica el científico.
José Luis Sánchez señala que a partir de esta verdad irrefutable, los gobiernos deberían esforzarse en «dedicar más dinero (vía impuestos de descarbonización) a los impactos que va a producir en la agricultura, la hidrología, las sequías, plagas...», que están calculados tanto por el equipo de expertos del cambio climático (IPCC) como la Oficina de Cambio Climático Española.