Diario de León

Las nuevas caras del Hogar del Transeúnte: jóvenes, mujeres y personas con problemas de salud mental

Una persona a las puertas del hogar del transeúnte. FERNANDO OTERO

Una persona a las puertas del hogar del transeúnte. FERNANDO OTERO

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León

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El Hogar Municipal del Transeúnte  (HMT), gestionado desde el año 1986 por el Hospital San Juan de Dios en virtud de un convenio de colaboración con el Ayuntamiento de León, atendió en su albergue a 664 personas sin hogar en 2023 frente a las 516 de 2022, lo que supone un incremento del 28 por ciento.

De ellas, según ha apuntado su responsable, Luz Lozano, tres de cada diez –hasta 212- nunca habían pisado las instalaciones de la calle Panaderos.

Jóvenes, mujeres y personas con problemas de salud mental son las nuevas caras del sinhogarismo. "El incremento de usuarios con edades comprendidas entre los 20 y los 30 años, al igual que de aquellos con una enfermedad psíquica de base, resulta alarmante", ha lamentado Lozano sin olvidar que "ellas siguen llamando a nuestra puerta".

"Aquí les informamos de las cinco plazas que se ofrecen en otro centro cercano, una cifra que se queda cortísimo", según ha apostillado.

No obstante, el perfil mayoritario de sintecho atendido en el HMT es el de un hombre español y de mediana edad. "El 15 por ciento, aproximadamente, son extranjeros", ha detallado Lozano indicando algunos de sus países de origen: "Colombia, Venezuela, Perú, Marruecos, Reino unido, Bulgaria, Portugal, Italia, Francia, Ghana, Mali, Cabo Verde, Túnez, Rumanía y Senegal".

"Son personas que acuden a nosotros tras perder el trabajo, caer en el pozo de las adicciones o sufrir las consecuencias del desarraigo familiar", según ha añadido.

Procuramos acoger a cada persona en su realidad y darle opciones en función de sus necesidades e historia de vida”, ha puesto de relieve Lozano sin olvidar que "el apoyo emocional y la escucha son fundamentales en un Hogar Municipal del Transeúnte  en el que la hospitalidad, como en el resto de centros de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, está grabada a fuego".

"Intentamos hacerles recuperar en lo posible esa dignidad perdida", ha señalado agradeciendo a sus compañeros, así como a la trabajadora social municipal, su labor del mismo modo que celebra el trabajo en equipo con las fuerzas y cuerpos de seguridad: "Ellos, al margen de poner orden, nos derivan muchas de las personas que se encuentran en una situación de calle".

El centro, cuyo objetivo es "prestar una atención integral a las personas sintecho y en exclusión social, facilitándoles un hogar donde incrementar su calidad de vida y favorecer su inserción socio-laboral", registró así más de 650 usuarios que sumaron 4.783 pernoctaciones (frente a las 3.528 de 2022): "Hasta 410, con un total de 2.305 estancias generadas, hicieron uso del servicio de acogida diurna".

Cuando se anuncian temperaturas bajo cero y fuertes heladas, la entrada al Hogar Municipal del Transeúnte se flexibiliza. "Los días de frío intenso pueden acceder cuando lo solicitan a alguna de sus 21 camas, sin ningún tipo de espera", ha precisado tras subrayar que "no se deja a nadie en la calle".

Eso sí, según ha confesado, "ahora mismo la ocupación es del cien por cien y no hay ninguna plaza disponible". En este sentido, Lozano ha asegurado que "si colgamos el cartel de completo, les derivamos a otras entidades donde puedan resolver su situación, aunque no siempre es posible conseguir la cobertura para todos".

Y es que la realidad evidencia que, a todas luces, el número de albergues para dar cobijo a las personas que duermen al aire libre, bajo el cielo abierto, es insuficiente. "Faltan centros, sobre todo de baja exigencia, para aquellas que padecen un trastorno mental o una politoxicomanía".

"Nosotros acogemos de inicio a todas las personas que llaman a la puerta, mientras cumplan las normas y entren sin adicción explícita. Pero, cuando no son capaces de convivir con el resto en armonía, quedan abocados a la calle y muchos acaban en el Hospital por cortos periodos de tiempo", ha recordado Lozano.

No en vano, la esperanza de vida de los sintecho es 25 años menor a la del resto de la población. Porque vivir al raso les agrava enfermedades crónicas y dificulta su acceso a los recursos sanitarios.

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