Diario de León

Juan Mayorga es profeta en su Ávila

Juan Mayorga recibió esta semana con máxima emoción el premio Jiménez lozano. «Quiero recordar esta tarde aquella lección del sabio abulense, que constituye una rememoración de nuestro pasado y un programa para nuestro futuro. Y lo hago al recibir agradecido un premio que lleva su nombre», dijo

Juan Mayorga, durante el acto en el que recibió el premio en Ávila.

Juan Mayorga, durante el acto en el que recibió el premio en Ávila.

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El dramaturgo Juan Mayorga (Madrid, 1965) dedicó el I Premio de las Letras Jiménez Lozano a sus padres, Alfredo y Teresa, tras hacer un emocionado repaso familiar a través de sus cuatro abuelos y la relación de todos ellos con la provincia de Ávila, a la que ha dicho tener «un afecto íntimo».

Al recoger el premio esta semana y que concede la Diputación abulense, con una dotación de 3.000 euros, Mayorga se emocionó al rememorar la figura de sus abuelos para explicar una parte íntima de su vida, estrechamente ligada a la pequeña localidad abulense de Villatoro. Tras recibir de manos del presidente de la institución provincial, Carlos García, la escultura realizada por Fausto Blázquez, Juan Mayorga reconoció que la de este lunes era una tarde «muy emocionante» para él, ya que el premio lleva el nombre de Jiménez Lozano y procede «de la tierra de Ávila».

Después de señalar que un premio debe ser recibido «siempre» como un «desafío», Mayorga se comprometió a, con su trabajo, tratar de hacerse merecedor del mismo. Durante su intervención dijo recibir «con particular alegría» un galardón que viene «de la institución que representa a todos los pueblos pequeños y grandes» de Ávila, a la que está estrechamente vinculado familiarmente.

Esta tierra, por la que aseguró sentir «un afecto íntimo», está ligada a muchas historias, algunas de las cuales fue relatando sin poder contener una emoción que le hizo detenerse en dos ocasiones. Antes de definirse como «hijo de Sherezade», Juan Mayorga dijo ser un «contador de historias», como las que ha comenzado a relatar de la mano de sus abuelos paternos, Juan Mayorga y Vicenta Manrique, y de los maternos, María García y Gregorio Ruano.

«Fueron personas... muy importantes», relató, antes de detenerse para tratar de controlar una emoción que le ha desbordado una segunda vez, al tratar de continuar con el relato entre los aplausos de los asistentes.

A través de ellos y de sus padres, Alfredo y Teresa, ha conocido historias ligadas a la zona de Villatoro, de donde proceden sus abuelos paternos y donde fueron a parar los maternos, para encontrarse en este pequeño pueblo abulense en el que «se cruzaron las tramas de sus vidas». «Contar mi afecto por Ávila es indisociable de tantas historias que mis padres me transmitieron sobre ellos», ha continuado Mayorga, que también ha hecho un repaso de algunas personas de este pueblo y de rincones emblemáticos como la iglesia de San Miguel, El Risco o la pastelería de la cercana localidad de Amavida. Los cinco kilómetros que separaban ambos pueblos «merecían la pena», a juicio del dramaturgo premiado, antes de referirse a sus padres, Alfredo y Teresa, como «los personajes fundamentales de esta historia» que se inició durante un baile en las fiestas de San Miguel, de Villatoro. Allí «se conocieron o empezaron a salir», relató Juan Mayorga, quien repasó el periplo de su padre, primero como maestro en Muñotello (Ávila) y después como inspector de Educación en la zona de Arévalo, en la comarca abulense de La Moraña, de donde proceden San Juan de la Cruz y José Jiménez Lozano, cuyo nombre lleva el nombre que ha recibido, tal y como resaltó.

En esta línea ha rememorado su trabajo en Ávila, participando en la Cátedra de Santo Tomás, un espacio de reflexión y diálogo para el que escribió La lengua en pedazos.

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