Diario de León

Sanidad

Más gases por el estrés (y no todo es SIBO)

Preocupación de los especialistas de León ante el auge de páginas y consultas en las redes sociales que ofrecen pruebas y remedios para tratar el SIBO, una enfermedad digestiva que sólo se puede diagnosticar en las consultas. La saturación sanitaria y listas de espera llevan a recurrir a internet para buscar alivio rápido a molestias como los gases y la distensión abdominal, que no siempre tienen que ver con la enfermedad y aumentan por el estrés y la mala alimentación.

Hay muchas enfermedades que tienen los mismos síntomas digestivos. HANSMARTINPAUL

León

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Los problemas por gases, dolor y distensión abdominal se han triplicado en las consultas de Digestivo en los últimos años y, como no podía ser de otra manera, también los contenidos que se comparten y se buscan en las redes sociales, que se llenan de «supuestos» expertos y consejos con remedios contra el SIBO, una enfermedad digestiva a la que los gurús de las redes atribuyen todos esos síntomas. No todo es SIBO y atinar en el diagnóstico y tratamiento corresponde a los profesionales sanitarios para evitar males mayores y problemas de salud añadidos.

«El SIBO se ha convertido en una enfermedad muy mediática que ha entrado de lleno en las redes sociales porque su sintomatología es muy común con otras dolencias y pueden confundirse». El jefe del servicio de Digestivo del Hospital de León, Francisco Jorquera, alerta de las consecuencias que tiene para los pacientes «fiarse» de esas «miles de páginas que inundan las redes promovidas por supuestos expertos que lo único que buscan es hacer negocio con el SIBO».

La razón de este auge está en una realidad sanitaria. «Si hace unos años uno de cada veinte pacientes que atendíamos en la consulta de Digestivo por otras patologías tenían problemas de gases y distensión abdominal, ahora todos los pacientes, consulten por lo que consulten, padecen estos síntomas que son muy molestos y pueden llegar a resultar incapacitantes».

Jorquera encuentra la explicación en el ritmo de vida, los problemas cotidianos y el estrés «de una sociedad que va muy deprisa y con personas que tienen muchos problemas que resolver con el trabajo, el desempleo y llegar a final de mes». Este estrés influye también en la alimentación. «Cada vez se come más deprisa, comida ultraprocesada y rápida. Se ha abandonado la dieta de proximidad y la tranquilidad».

Para Jorquera está clara la relación mente y estómago «una relación que es evidente, es indiscutible, pero que todavía queda mucho por explorar y estudiar para conocer mejor esos mecanismos».

¿Pero qué es el SIBO que tanto preocupa a una población joven que confían en las redes sociales para buscar remedio? El SIBO es un sobrecrecimiento en el intestino delgado de bacterias que no tienen que estar ahí. Su presencia hace fermentar a los alimentos, lo que provoca gases, distensión, hinchazón, flatulencias y dolor. No hay una prueba que sea 100% fiable para su diagnóstico. La más usada por los especialistas, una vez analizados los síntomas y la historia clínica del pacientes, es un test de hidrógeno expirado. «El estándar sería obtener aspirados del intestino delgado y cultivar en el laboratorio, pera estar seguros, pero es una técnica muy agresiva para síntomas tan comunes que comparten otras patologías. La más estandarizada es el análisis del aire expirado por el paciente y medir los niveles de hidrógeno o de metano que se reflejan en unas curvas. El problema de estas técnicas es que no son fiables. Se ha demostrado que un 20% de las personas sin síntomas también dan positivo a SIBO. Estas pruebas dejan muchas dudas y el riesgo está en tratar a personas que no padecen la enfermedad», destaca Jorquera.

Y precisamente ese es el temor más extendido entre los profesionales sanitarios. «Hay mucha gente que opta por hacerse la prueba en clínicas privadas y el resultado, como digo, puede dar positivo en la mayoría de los casos, sin que necesariamente se tenga la enfermedad». Jorquera alerta que estas pruebas se publicitan y se recomiendan en las redes sociales, «que luego dan consejos de cómo tratar una enfermedad que a lo mejor no se tiene porque hay otras como la diabetes y el hipotiroidismo que provocan esos síntomas».

La sintomatología del SIBO es común en otras dolencias, como el colon irritable y otras enfermedades que conviene descartar antes de dar un diagnóstico. «Los gases, la distensión abdominal y el dolor pueden estar desencadenados por otros procesos que hay que descartar antes, y eso sólo se puede hacer en la consulta del médico, con la historia clínica del paciente». El problema para Jorquera es la «saturación del sistema sanitario y las listas de espera, que llevan a un paciente desesperado a buscar remedios donde no debe». En las redes sociales hay «miles de páginas» disponibles a golpe de clic. «Cómo no voy a entender que se haga eso ante unos síntomas tan molestos, sobre todo en la gente más joven que tanta importancia da al aspecto físico. A veces la distensión abdominal es muy importantes, además de las molestias que suponen todos los síntomas».

Los antibióticos contra el SIBO, tienen que estar controlada por el médico. «Lo que solemos recomendar son probióticos para la microbiota, pero no cualquier tipo. Se han hecho estudios en los que venden en las grandes superficies y la mayoría no tienen ninguna eficacia. Los médicos sabemos cuáles son los que hay que tomar, siempre con dosis controladas. Si la dieta y los probióticos no funcionan se recurre a los antibióticos absorbibles y controlados. Todo lo que no se haga así pone en riesgo la salud».

Síntomas comunes

La sintomatología del SIBO es común en otras enfermedades, como el colon irritable

Negocio

El aumento de la distensión abdominal y los gases hace crecer el negocio en las redes

Control médico

Pruebas, diagnóstico y tratamiento tienen que estar controlados por el especialista

Remedio donde sea

Las molestias de los síntomas lleva a los pacientes a buscar remedio en las redes

Incidencia en la población general

35%
No hay un registro de pacientes que padecen SIBO porque la positividad de la prueba no indica necesariamente que se padezca la enfermedad. Algunos estudios cifran la incidencia en la población general en un 35%, pero no es un dato fiable. El sobrecrecimiento bacteriano en el intestino delgado tiene que ser evaluado por un médico que descarte otros motivos de esta circunstancia.
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