Diario de León

NATURALISTA Y ESCRITOR

Joaquín Araújo: «En León sois privilegiados, tenéis uno de los mejores ambientes de la Tierra»

Joaquín Araújo en su huerta en Extremadura.

Joaquín Araújo en su huerta en Extremadura.joaquinaraujo.com

León

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Joaquín Araújo es un reconocido naturalista que predica con el ejemplo. Dedica la mayor parte de su vida a su huerta, sus animales y la silvicultura emboscado en Alía (Cáceres). Dice que respira bosques y ha plantado un árbol casi por día de día, más de 27.900 ejemplares. Este viernes da una charla en León en el foro Diálogos Sostenibles, en El Albéitar a las 19.00 horas, dentro de la exposición Aphasia. Visiones del antropoceno, del artista leonés Richard Le Manz.

—Su conferencia se titula ‘Naturaleza educadora’. ¿Qué nos enseña la naturaleza que no hacemos y deberíamos hacer?

—La natura enseña todo lo contrario de lo que enseña esta civilización que se ha empeñado en culminar esta civilización lisiada por la ignorancia y la falta de respeto y de unos mínimos conocimientos. La naturaleza enseña a vivir y esta civilización enseña a matar.

—Ahora todo es eco o verde. ¿Cómo distinguir lo auténtico del green watching?

— Lo ecológico es la alternativa, pero pasa por un mal momento porque hay una ofensiva ideológica. Ser ecológico es lo contrario de ser acumulador, codicioso. Pero tratar bien al mundo es absolutamente despreciado y atacado por los ignorantes violentos que, por desgracia, arrecian. Que un defensor de la vida, un pacífico pacifista, que no ha dañado a nada ni a nadie llegue a ser tildado de peligro público por determinados políticos, periodistas y supuestos científicos equivale a una mentira delirante como si yo dijera que soy el obispo de Astorga. Tengo tanto derecho a decir esto como que algunos digan que cuidar espacios naturales o cultivar sin pesticidas es un atentado.

Mentiras delirantes

«Decir que cuidar el planeta es un atentado es como si yo digo que soy el obispo de Astorga»

—La ola de negacionismo que abandera la ultraderecha en el mundo en lo que llaman combatir ela cultura ‘progre’?

—Exactamente. El pensamiento ecológico es una derivada del humanismo progresista de todos los tiempos. Hasta mediados del siglo pasado no estaba claro que el estilo de vida destruía la vida frente a un modelo de agricultura que perduró durante diez mil años sin destruir la tierra. Cuando Raquel Parson denuncia el uso indiscriminado del DDT sufre una campaña de acoso de los industriales y hubo informes negacionistas igual que ahora negando el cambio climático.

Visita guiada por ‘Aphasia’

El artista Richard Le Manz, autor de la exposición Aphasia. Visiones del antropoceno, ofrece este viernes por la tarde una nueva visita guiada por esta muestra con el motor y la influencia que ha tenido en los últimos 135 años como eje con su impacto en la crisis ambienta y humana del planeta. Será a las 18.00 horas en El Albéitar. A las 19.00 horas está prevista la conferencia del naturalista y escritor Joaquín Araújo, ‘Naturaleza educadora’, y a las 20.30 se podrán ver las ‘Historias comprometivas’ de Ofelia de Pablo y Javier Zurita en el Ateneo Cultural El Albéitar.

­—¿Pueden pasar por energía verde las macroplantas solares, eólicas o embalses en la transición ecológica?

—La utilización del territorio para ubicar lo menos dañino no se debe convertir en dañino. Queremos renovables, por supuesto. Ojalá fuera todo renovable, pero lo que no puede ser es destruir los mejores paisajes y las mejores perspectivas, a veces ocasionando un trastorno serio en lugares privilegiados para la vida silvestre, poniendo en esos lugares los parques eólicos, los huertos solares o los embalses (en León sabéis algo por Riaño y ahí tenéis a Julio Llamazares contando lo que pasa cuando los embalses se llevan por delante todas las referencias históricas y sentimentales de determinados pueblos).

—¿Dónde hay que ponerlas?

—Se pueden situar perfectamente en las dos millones de hectáreas totalmente destruidas que tenemos inventariadas en España, el equivalente a la provincia de Cáceres. Tenemos suficiente territorio para poner todas las eólicas del mundo. Estamos defendiendo lo todavía no destruido del todo porque no hay ni un metro cuadrado del planeta que no esté alterado. Esto lo saben las administraciones y particularmente el Ministerio de Transición Ecológica que, con ser el más avanzado de la historia, tampoco le entra en la cabeza. Tenemos solución y no la aplicamos.

—¿Cómo hay que afrontar la gestión del agua en un contexto de cambio climático y escasez?

—Esto se debería aprender en la escuela a través de asignaturas llamadas Vida, Agua, Tierra. El agua no es un recurso. El agua es algo venerable que no puede estar privatizado. Tiene que estar socializada a la máxima escala. Se trata de que sea un bien público gestionado públicamente por los elegidos democráticamente para hacerlo. Bebemos, comemos y respiramos por agua y por eso tiene que tener un estatus especial, pero sabiendo que el agua en libertad es infinitamente más importante: produce los equilibrios naturales, el oxígeno, la transparencia y la vivacidad del mundo. Pocos insultos hay más graves para una persona que llamar al agua recurso. Yo soy regante, no pago un céntimo de agua por el agua y la ahorro al máximo.

­—No se podrían cultivar tierras en el Páramo de León o en Almería sin regadíos. ¿Cómo conciliar esta visión en los grandes espacios de producción agraria?

—Las alternativas que manejamos desde los planteamientos ecológicos, por la Sociedad de Agricultura Ecológica, es que se pueden obtener los mismos rendimientos usando la mitad de agua que se usa.

—¿Qué potencial tiene la provincia de León en el contexto de crisis climática y planetaria?

—En la provincia de León tenéis deberíais pedir perdón al resto de la humanidad porque tenéis uno de los mejores ambientes para la vida del planeta Tierra. Empezando por El Bierzo, se dan las condiciones óptimas para el desarrollo de las cuestiones básicas para la vida, para el desarrollo de faunas y floras estupendas, de bosques maravillosos, de posibilidades de cultivo para todo, de agua suficiente. Sois unos privilegiados junto con todo lo que es Cordillera Cantábrica, Asturias, Galicia y Navarra. El clima todavía nos ha quitado las identidades y tenéis maravilla tras maravilla.

—Pero nos quejamos porque faltan servicios o las administraciones se olvidan de las zonas que se deshabitan sin remedio.

—Ese es un gran tema porque el desmoronamiento casi absoluto de la cultura rural, el tratamiento especialmente injusto al sector primario y la literal descalificación moral y cultural que el incremento de las ciudades le ha ocasionado una absoluta tragedia. El problema es que ahora la mayoría de los agricultores han sido abducidos por el productivismo y las ayudas y esto no se revierte si no es con esa famosa justicia social que se nos ha puesto de moda estos días. La justicia social es que el agricultor y el ganadero medio debería recibir cinco veces más por los productos que entrega a la sociedad. Eso evitaría la inmensa cantidad de ayudas, sobre todo de la PAC, y se podría vivir en los pueblos. En Tierra de Campos con el cereal de secano, el vino en El Bierzo, las castañas en la cordillera y los Ancares.

Cambio de mirada

«La justicia social es que el agricultor y el ganadero deberían recibir 5 veces más por sus productos»

—¿Qué dice a quienes desconfían del decrecimiento como una solución?

—Es la única salida. El crecimiento solo tiene sentido para ellos si acumulas, si creces. Pero estos días de mayo ya hemos gastado toda la productividad biológica correspondiente al año en curso. Si todo se basa en que, como decía Epicuro, cuando tienes lo suficiente es poco y queremos tener el cuarto móvil, el segundo coche y la cuarta casa... El crecimiento económico tiene una correspondencia absolutamente equivalente en negativo en la naturaleza. Todo lo que tenemos viene de la naturaleza. Si aumentamos lo que tenemos, la naturaleza tiene menos. Dependemos de la naturaleza para lo esencial, que sigue siendo comer, beber y respirar, la única posibilidad de no colapsar está en el decrecimiento. No se trata de decir que mañana ya nadie puede comprar nada. Es un proceso paulatino de ir acomodándonos a un menor gasto sobre todo de energía, agua, territorio y bienes superfluos. El 80% de lo que usa una civilización como la nuestra se usa una sola vez y se tira. Reducir esto es positivo incluso económicamente hablando, pero los reyes del cotarro no quieren salir de sus ideas, que son dominantes. Todos los que llevamos a cabo un compromiso ambiental somos una minoría, pequeñas esquirlas que no tenemos poder alguno. Pero sabemos que es viable y encomiable el decrecimiento.

Única salida

«Decrecer no quiere decir que mañana no se pueda comprar nada. Es un proceso paulatino»

—¿El crecimiento continuo nos hace olvidarnos del cuidado no solo del planeta sino también de la propia especie humana, agobiada por la prisa, el trabajo, la precariedad y el estrés?

—Una de las frases que acuñé es cuidar de lo que te cuida, cuida. Soy una de las persona más tranquilas que te puedas imaginar y es porque me he pasado la vida cuidando, de la vida, de la tierra, de los bosques, de los animales. Y eso me da una estabilidad psicológica y bienestar, muchas veces auténtica alegría de vivir, porque vivo en medio de la vida cuidando de la vida. Esta sociedad, según la Organización Mundial de la Salud, está condenada a que un 50% de la población sufra ansiedad, estrés, depresión, neurosis... La salud mental es uno de los grandes problemas entre otras cosas por la ansiedad provocada por la insatisfacción permanente.

—Y los cuidados están relegados como algo inferior y además feminizado...

—Sí, pero pocas cosas hay mejor en este mundo que la condición femenina, que es la única que nos va a salvar, si es que nos salva.

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