La niña leonesa que pinta el autismo
Virginia Mota Sáenz de Miera, de 11 años, expone con Pilar López Duque en El Corte Inglés su colección 'Miradas inclusivas: los colores del espectro autista'

Pilar López Duque con Virginia Mota Sáenz de Miera en la sala Ámbito Cultural.
Tiene 11 años, una hermana con TEA (trastorno del espectro autista) y una creatividad desbordante. En la exposición ‘Miradas inclusivas: los colores del espectro autista’, Virginia Mota Saénz de Miera presenta, de la mano de su profesora, Pilar López Duque, una veintena de obras que son un retrato-relato de la vida de María, su hermana de ocho años, atravesada por autismo.
En torno al retrato central 'Miradas', un óleo de Pilar López Duque, que destaca la intensa mirada de una mujer, se desenvuelve el repertorio de colores, formas y todas las técnicas que Virgnia ha aprendido en apenas un año de clases semanales en el taller de la artista leonesa.
La niña ha armado una historia para hacer entender del autismo además de disfrutar de su imaginación y talento en la sala Ámbito Cultural de El Corte Inglés (6ª planta) en el mes de autismo. «Quiero que la gente aprenda a mirar a los niños con autismo no como raros, sino como seres mágicos», explica esta niña que ya dedicó a su hermana el cuento ‘María, la niña mágica en el mundo de las hadas’, que también ilustró cuando tenía menos de diez años.
Con las miradas inclusivas que despliega en la serie y en particular uno de los cuadros que lleva este mismo nombre lanza otro mensaje que sorprende por su madurez. Es un cuadro con mucho color con un corazón azul —el color del autismo— en el centro. «Con las miradas inclusivas quiero reflejar que la diversidad nos enriquece y la inclusión nos fortalece», señala.
Episodios de la vida cotidiana en la casa de una familia numerosa —son tres chicas y un chico— quedan inmortalizados en el espacio pictórico. El reloj, la peluquería o las frutas representadas por dos figuras humanas con aspecto de fresa y mandarina son episodios vividos.

Virginia explica su exposición en compañía de Pilar López Duque.
María duerme poco y despierta a deshora, que pueden ser las cuatro de la mañana, y siempre tiene que haber alguna persona atenta a su cuidado, a estas horas, la madre, Virginia, o el padre, Jorge.
A María le gusta poco, por no decir nada, que le toquen y menos el pelo. La peluquería, en la que ha usado la técnica del carboncillo, representa la batalla de varios años para conseguir que se deje cortar el pelo sin una llorera interminable.
La comida ha sido otro reto que la mirada de Virginia Mota refleka en la pintura ‘Las frutas del autismo’. Ahora que han conseguido que coma, María, a través de pictogramas y su comunicador (una tablet), exprese lo que quiere. La fruta está entre sus alimentos preferidos y las fresas son su fruta predilecta.
Otro logro, ha sido dejar el pañal. Fue un proceso largo que María ha conseguido con los apoyos que recibe en el colegio de educación especial Paz Peña, de Autismo León, que se encuentra en San Cayetano (y no en las mejores condiciones en cuanto a la infraestructura, como señala la madre).

La obra 'Las frutas del autismo', en primer plano.
En la exposición hay un sitio especial para la esperanza. El banco azul de la esperanza es otra de las obras en las que Virginia usa el color emblemático del autismo para dejar espacio a la confianza en que la comunicación con estos seres ‘mágicos’ va a mejorar en una sociedad más inclusiva. Esto implica que haya parques inclusivos, como reivindica otra de las pinturas, de la misma manera que debe haber hospitales inclusivos y colegios inclusivos. «Los pictos son muy importantes en los lugares públicos», precisa.
«Virginia nos abre puertas para entender el autismo», subraya su profesora. Pilar López Duque destaca que la niña ha integrado todas las técnicas aprendidas en las clases de pintura a las que acude los sábados.
El oro con el que ha vestido a su hermana en el cuadro que la representa junto a Oli, su perro, en ‘proceso’ de convertirse en perro de asistencia, es uno de los ejemplos. El collar del perrito está pintado con ese mismo oro, al igual que unas luces que podrían ser la magia de las personas con autismo.
Virginia Mota descubre que la mirada autista va y ve más allá de una mirada ‘normal’, su capacidad creadora y la perfección que puede llegar a alcanzar al colocar 50 rotuladores y volver a hacerlo al cabo de un mes de manera exacta, como deja constancia en otro de los cuadros. La exposición está en la sala Ámbito Cultural hasta el 3 de mayo.