Diario de León

Cornada de lobo

Como el buje en los carros

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León

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En las reservas indias de los Estados Unidos de Norteamérica del Norte se observaron estos últimos días sobre montes y picachos unos largos penachos de humo entrecortados, señales parecían, y le dije a Luis que eso sólo podían ser dos cosas. Una: la tribu grandona de la americanía andante y rampante comunica a toda la vecindad que arde en espíritu guerrero con irreprimibles ganas de bronca, de modo que convocan a capítulo a los amigos advirtiendo a los enemigos que se preparen. Dos, muy probable: al cerebro de Bush se le recalienta el radiador, que es lo mismo que el buje en los carros cuando no le echan sebo a los ejes... Pero no; la razón de esas columnas de humo es bien otra, pues resultó que esas hoguerras eran solamente plegarias desesperadas, oraciones a Manitú para que impida la guerra y libre a los indígenas de alistamientos y llamadas a reservistas, pues inevitablemente ocurre que en los ejércitos yanquis acaban siendo carne de cañón los hispanos, apaches y negros que sólo parecen contar para esto dejando su pellejo en cualquier andurrial del planeta donde los de la United Colors of America meten la nariz, la bota y la porra... Pero habrá guerra. Todos lo saben. Los que se oponen y rezan cuentan poco o nada. Ni al Papa le escuchan clamar en nombre de Cristo para que se entierre el hacha, porque en nombre de Cristo se incrustarán en la tropa guerrera más de mil capellanes y predicadores de toda estirpe cristiana bendiciendo armas y absolviendo a los dueños del cañón y del azufre. Así que... zambombazo, mendrugo, catecismo y gramática. En las puertas del enemigo ensayan los ejércitos la invasión. Ya no hay vuelta atrás. Jamás regresarán a casa de balde sin darle al menos un coscorrón al enemigo y sin lograr algo de botín que amortice tan gigantesco y costosísimo despliegue. Los desiertos de Kuwait son su palestra de adiestramiento y ensayo. A los países opulentos les pirran los desiertos para guerras, expoliar arqueologías o para montarse un rally como ese del Dakar que tanto insulta a la moraima de harapo y turbante alelada a su paso y rabiando porque con sólo el motor de uno de los treinta camiones que se rompen ellos regarían cien hectáreas. (Continuará) La marea negra también.

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