Diario de León

El Vaticano asegura que el Pontífice no escucha a sus médicos para que reduzca sus actividades

Los cardenales niegan que el Papa renuncie tras 25 años en San Pedro

Juan Pablo II celebra un cuarto de siglo de Pontificado con cuatro días de cónclave

Una mujer besa una fotografía del Papa ayer en el  Vaticano

Una mujer besa una fotografía del Papa ayer en el Vaticano

Publicado por
Íñigo Domínguez - vaticano
León

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Juan Pablo II cumple hoy un cuarto de siglo al mando de la Iglesia católica, 25 años después del 16 de octubre de 1978 en que fue elegido Papa. Aquel hombre vigoroso y atlético es hoy un anciano enfermo y vacilante, pero acudió ayer, como cada semana, a la audiencia general en San Pedro. Ante 20.000 fieles, congregados para arroparle en esta fecha, repitió lo que viene diciendo hace años: «Confiemos nuestra existencia a las manos de Dios». Karol Wojtyla, que ayer se mostraba fatigado e inexpresivo, quiere seguir en su puesto hasta el final. La muchedumbre, entre la aprensión y la simpatía, asistía al acto con la conciencia de estar presenciando un epílogo histórico. El Papa les dio gracias «de corazón» por las felicitaciones y las oraciones. «Estoy contento de contar con vuestro apoyo espiritual», afirmó. Al final de la ceremonia, Juan Pablo II pasó una hora saludando a quienes se acercaban a su butaca. Así empezó una jornada en la que se sucedieron congratulaciones y valoraciones procedentes de todo el mundo. Pero por encima de todas, la cúpula de la Iglesia, reunida estos días en Roma de forma extraordinaria para festejar el evento, envió un claro mensaje de respaldo al Pontífice. «Los Papas no se jubilan», proclamó en la apertura de este encuentro el decano de los cardenales, el africano Bernardin Gantin. «Han sido elegidos para ser servidores de por vida. San Pedro nunca abandonó el gobierno de la Iglesia», señaló. Le escuchaban 149 cardenales, casi todos porque algunos por edad o enfermedad se han ausentado, y los 31 que se les unirán el martes con los nuevos nombramientos. Además estaban seis patriarcas orientales, 109 presidentes de las conferencias episcopales de todo el mundo y los jefes de los dicasterios vaticanos. «Agradecemos al Señor por habernos dado este pastor que, en una época llena de peligros y confusión, nos confirma en la fe», dijo el cardenal Ratzinger, jefe de la doctrina católica y mano derecha de Wojtyla, como homenaje a la máxima autoridad de la jerarquía. Durante cuatro días esta «cumbre» de la Iglesia católica analizará 25 años de pontificado con intervenciones sobre diferentes asuntos, pero la verdad es que el que más interés suscita es la salud del Papa y el futuro inmediato. Ese es el móvil de la «caza al cardenal» desatada estos días entre los periodistas, en medio de un despliegue informativo sin precedentes en el Vaticano. Cada purpurado es interrogado sobre estas delicadas cuestiones, pero la respuesta es unánime: Dios dirá. «El Papa no escucha los consejos de sus médicos y colaboradores para que reduzca sus compromisos, es una batalla perdida», reiteró el portavoz de la Santa Sede, Joaquín Navarro Valls. «El Papa escucha, pero después obedece a la responsabilidad enorme de su misión, difícil de hacer comprender al hombre de la calle». Otra de las voces autorizadas, el secretario de Estado, Angelo Sodano, invitó a «no preocuparse demasiado del futuro». La «fumata blanca» de aquel 16 de octubre de 1978 fue fruto no sólo de la acción del Espíritu Santo, sino de un ardiente debate entre los cardenales encerrados en la Capilla Sixtina. El último cónclave, que dio la sorpresa al nombrar pontífice a un arzobispo polaco, puso en juego todos los fascinantes resortes del más antiguo de los sistemas de elección. La asamblea comenzó el sábado 14 de octubre, pero naturalmente los movimientos tácticos habían comenzado mucho antes.

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