Diario de León

Gente de aquí | Vertederos naturales

Peste porcina en Montearenas

Un vecino del Barrio de los Judíos encontró hace dos semanas más de cincuenta cadáveres de cerdos en un pinar de Ponferrada; ayer los restos de los animales sacrificados

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Cristina Fanjul - ponferrada
Ponferrada

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Albor sale cada día en esta época a recoger setas en los pinares de Montearenas, una de las zonas más sucias de Ponferrada, un lugar que -no hay más que acercarse- no entra en el convenio que el año pasado firmó el Ayuntamiento con FCC. Aquel día -hace unas dos semanas- Albor casi acababa de empezar a recoger los níscalos cuando un fuerte olor a descomposición le impedió seguir adelante. Justo delante del lugar que atraviesa cada día para sumar una jornada micológica a su agenda, un enorme charco de vísceras y huesos ensangrentados infestaba el pinar. «Había medio centenar de cerdos muertos; hoy ya no veis nada porque los zorros deben haberse comido los restos, pero ese día el espectáculo era hediondo», recordaba. A pesar de que lo peor ya había pasado, el paisaje de ayer no era precisamente bucólico. Casi inmediatamente después de la entrada al pinar se concentran los restos de al menos cincuenta cerdos. Cabezas, costados y pezuñas son la huella que demuestra que son muchos los que aún hoy continúan saltándose la ley y sacrificando de manera ilegal estos animales, poniendo con ello en peligro la salud de los ciudadanos. La carne de estas bestias puede haber pasado al consumo humano sin los controles veterinarios oportunos. Además, habría que desechar la posibilidad de que la carne de estos animales se limite al consumo familiar, dado en gran número de cabezas que se ha encontrado. No obstante, un veterinario de la Junta -que ya ha abierto expediente informativo- señalaba ayer que el corte del espinazo de los animales parece indicar que su sacrificio ha tenido lugar en un matadero. Por otro lado, cabe destacar el hecho de que, después de dos semanas, los cadáveres de los animales continuaran adornando los campos del pinar. Ni los servicios municipales ni los de la Junta parecen haberse molestado en trasladar e incinerar los restos animales. Y la cadena de la alimentación sigue su curso. Llama la atención porque en estos días se trata de una de las zonas más visitadas debido a la gran abundancia de hongos. De la misma forma que Albor, otros muchos pudieron haberlo visto y, si bien pudo haber algunos que no lo denunciaron, hay que suponer que alguien tuvo que comunicar el espectáculo a la administración o al Seprona. En cualquier caso, este lugar parece haberse convertido en una suerte de vertedero, donde las basuras no dejan ver el bosque y en el que los cadáveres de los cerdos parecen ser tan sólo una anécdota.

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