Diario de León

LITURGIA DOMINICAL

El vino de la vida y la alegría

Publicado por
JOSÉ-ROMÁN FLECHA ANDRÉS
León

Creado:

Actualizado:

En:

En los primitivos sarcófagos cristianos se encuentra con una cierta frecuencia la escena de las bodas de Caná. Basta darse una vuelta por los Museos Vaticanos para encontrar unos buenos ejemplares. En ellos se reconoce fácilmente la escena porque a los pies de Jesús se alinean las seis tinajas de piedra que contenían el agua que luego se convertiría en vino. Puede extrañarnos que esta escena figure esculpida precisamente en un sepulcro. Se ve que los cristianos de los primeros siglos aprovechaban ese frontal de piedra para expresar su fe en la nueva vida ofrecida por Jesús. Una vida marcada por el signo de la fiesta y la alegría. Una vida y una alegría que son anticipo de la que nos espera junto a Dios. Mientras recorremos las naves del museo pensamos que en las fiestas de este mundo siempre hay ruido y movimiento. Pero falta con frecuencia el vino de la alegría verdadera. Tal vez porque no invitamos a la fiesta al que es la fuente de la alegría y de la vida. Los personajes El relato evangélico de las bodas de Caná (Jn 2,1-12) se parece a una pieza dramática en la que los personajes representaran ideas. Hay en la escena algunos que no se enteran de lo que está pasando. Los novios no saben que escasea el vino. Y el maestresala no sabe de dónde ha salido el que se sirve al final. Hay además quien colabora para que se encuentre una solución al problema. María colabora con su atención y su oportuna indicación a Jesús. Y los criados colaboran con su trabajo. En la escena hay también unos testigos mudos: los discípulos de Jesús. Son mencionados al principio como meros asistentes. Pero al final del relato son recordados con una nota que resume todo su mensaje: «En Caná de Galilea Jesús comenzó sus signos, manifestó su gloria y creyó la fe de sus discípulos en él». Y, por supuesto, en este pequeño drama está Jesús. Todo el relato se centra en él. Con él ha llegado la plenitud de la revelación. Él aporta el vino nuevo de la salvación. Jesús, el lleno de gracia y de verdad, es también el revestido de una gloria que exige y suscita la fe. La consigna Las palabras que María dirige a los criados parecen recordadas en el texto como dirigidas a todos nosotros. En ellas se transmite una «sabiduría» confiada. Gracias a ellas será posible el milagro de la fe: ¿ «Haced lo que él diga». Los no creyentes encontrarán inútil este mensaje. ¿Cómo hacer lo que dice Jesús si no se cree en Él? Sin embargo, la atención a su voluntad podría abrirles a la esperanza. ¿ «Haced lo que él diga». La Iglesia entera está llamada a escuchar esa consigna. No ha de mostrarse preocupada de hacer lo que le digan los dueños del poder o de la comunicación, sino lo que diga su Señor. ¿ «Haced lo que él diga». A cada uno de los creyentes se le dirige esa petición. No se puede aceptar la fe como quien confecciona su propio menú. Sólo la atención a la palabra de Jesucristo puede salvarnos. - Señor Jesús, fuente de vida y de alegría, tú conoces nuestras carencias. Queremos escuchar tu voz. Y esperamos que tú conviertas en vino de alegría el agua que nuestro trabajo ha logrado acarrear. Amén.

tracking