Como es tradición, se desplazan a sus lugares de origen para recibir el año 4702, que los astrólogos esperan que sea turbulento.
Esta marea humana está considerada como el mayor movimiento de población en el mundo, incluso por delante de la peregrinación musulmana a La Meca.
Los chinos se entregan a la tradición -no cortarse el pelo, llevar prendas rojas, no barrer el suelo y no hablar de la muerte-, al tiempo que visitan el altar de la buena fortuna en el templo budista más cercano.
A diferencia del año del Caballo, en el que casarse está casi prohibido, y el de la Cabra, en el que los índices de natalidad cayeron un 60 por ciento, el Mono se atreve con todo y no renuncia a nada.
La celebración se extiende a todos los lugares del país. En la imagen, bailes en Taiyuan, en el norte de China.
También en Manila, capital de Filipinas, celebran la llegada del Año del Mono.
Ceremonia dentro de un templo budista, en Yakarta.
En España también se ha celebrado fiesta. Ha sido en Lavapies, uno de los barrios más cosmopolitas de Madrid.