Telebasura

PARECE que los candidatos y sus correspondientes partidos, una vez esbozado el gran proyecto que nos tratan de vender para la legislatura que viene, entran ya en algunas letras pequeñas de grandes asuntos. Es de celebrar que, por ejemplo, Mariano Rajoy haya advertido que existe un problema vivo y grave llamado «telebasura», a la que ni siquiera son ajenas las teles del estado, incluidas las autonómicas. Pues bien, Rajoy se propone «proteger a los menores de los abusos de la telebasura», o lo que es lo mismo, determinar que no será posible emitir esa clase de contenidos «de extremadamente baja calidad» en determinadas franjas horarias más propicias a tener audiencia de chavales. Para conseguir ese propósito, quiere poner en marcha un consejo audiovisual, que se añadiría al consejo del que ya cuenta el ente público, pero se supone que ampliado a la programación de todas las teles. Un consejo más, como el de la energía, el de las telecomunicaciones, o el de la propia RTVE, en el que se disuelvan las responsabilidades generales. Y sin embargo, nadie tiene el atrevimiento de encarar el asunto televisivo en sus verdaderas y profundas raíces, a saber: razón de ser, necesidad, utilidad, de las radios y televisiones públicas y de sus impresionantes costes. Desde hace años, algunos expertos han venido reclamando, sin más, la privatización de las cadenas estatales y de las autonómicas. ¿No hubo una prensa del Estado que pasó a mejor vida? ¿A qué viene mantener ese lujo de emisiones costosísimas, con las que, a lo sumo, se paga a algunos estómagos agradecidos al Gobierno, permanentemente coincidentes, ¡oh casualidad!, con las tesis gubernamentales en las tertulias o en sus columnas periodísticas? Por lo demás, defender de la telebasura, a los pequeños parece conveniente. Sería una nueva delegación de las competencias paternas en un ente estatal que determinaría «esto conviene, esto no» para uso del menor. Pero, y de la manipulación de los telediarios, diaria, permanente, gordísima, ¿quién nos protegerá? Desde luego, no el Gobierno de turno y sus comisiones o consejos audiovisuales, en cuyo seno se repetirán las peleas por imponer criterios de las grandes fuerzas, o el reparto de horas o de programas entre ellas...