Diario de León

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SOBRE GUSTOS sí que hay algo escrito. Es más, podría decirse que sólo se escribe sobre gustos; el resto es perifollo o guarnición, circunvalaciones. Así, con tanto escrito sobre el tema, podemos saber con leve error quién es el que tiene buen gusto y quien es el que sube pedos a un altar. Un pedo blanco y gigantesco fue, por ejemplo, ese tendejón de plasticorro infame que llaman carpa instalado frente a la mismísima catedral para robarle la mitad de la fachada y provocar arcadas o furias entre la concurrencia oriunda y visitante que se fue de la ciudad con un góticus interruptus de mucho espanto, porque espantoso cutre y barato es ese invento feriante que parece una granja avícola, un taller de chapa laminada o un hospital de campaña para refugiados y damnificados de avalancha. Lo pusieron esta vez en la plaza de Regla para exaltar la cecina en el décimo aniversario de su denominación de origen (el gusto acecinado de la municipalidad gobernante también quedó expuesto con este estaribel reincidente y su recalcitrante mal gusto), de la misma forma que mañana servirá para cualquier feria de cerámica, del libro o del conejo zurdo de la ribera izquierda del Porma (siempre que alguien se lo proponga, porque aceptar, lo aceptan; todo sea por promocionar el conejo zurdo y su importancia en la socioeconomía rústica y la fijación de población que tanto destilan los políticos en sus homilías). Causa especial extrañeza ver que estos adefesios los procura el propio ayuntamiento que, previamente, ha sancionado a un establecimiento por instalar un rótulo o chorrapollez que contraviene la rígida normativa urbanística y estética del casco histórico. Es el mismo ayuntamiento que instala en la plaza de San Marcelo otros espantosos escenarios con toldo bestia, tenderetes simplones, promociones comerciales y bélicas o muros para escalada pija que ciegan la densa monumentalidad de hontañones o gaudíes y nublan cualquier respeto. Pero aún espanta más lo que cuesta la horterada, el alquiler del trasto y el perpetuo chollo de quien lo merca. Adquiera una carpa digna el municipio, ahórrese el gasto bruto y ubíquela en otras partes. La concejalía de Patrimonio debería denunciar al burgomaestre por su abuso y mal gusto o a sí misma por complacerse y consentir el atropello.

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