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El «cónsul de Luna» se retira

José Rodríguez Quirós deja la carrera judicial tras 42 años de ejercicio profesional, en los que ha logrado numerosas distinciones y que una calle lleve su nombre en Sena

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«Odia el delito, pero compadece al delincuente». La frase, de Concepción Arenal, ha marcado siempre todas las actuaciones del veterano magistrado José Rodríguez Quirós, presidente de la Audiencia Provincial. Hoy se jubila. No hay amargura; acaso, algo de nostalgia. Su buen amigo Chencho le definió como el «cónsul general de Babia y Luna en León». Sonríe y reconoce que el título es perfecto. Algunos días había colas de «paisanos» frente a su despacho en busca de algún consejo. Quirós siempre tenía alguna solución a sus problemas. Rebosa humanidad e ironía. Habla con cierto paternalismo de los delincuentes. Por eso, no confía en que el endurecimiento de las penas contra los maltratadores acabe con esta «lacra» social. «El delincuente -dice- no piensa en el mal remoto, que es la pena. La prueba es que muchos hombres después de asesinar a su pareja se suicidan». Si vuelve la vista atrás podría contar cientos de anécdotas. Pero hoy el día le pilla tristón; dentro de unas horas, sus amigos y compañeros le hacen una despedida. No se arrepiente de nada. «Me puedo haber confundido o no haber acertado, pero siempre lo hice de buena fe. Además, siempre existe la apelación y un tribunal superior lo puede reparar». Sabe que los jueces y, sobre todo, la Justicia, no gozan de extremadas simpatías entre los ciudadanos. Un «sambenito» con el que no está de acuerdo, pero que parece sobrellevar con resignación. Es uno de los pocos jueces que ha sido distinguido con la Cruz de Primera Clase de la Orden de San Raimundo de Peñafort, la Medalla al Mérito Policial con distintivo blanco y la Cruz de Plata al Mérito de la Guardia Civil. Reconocimientos que lleva con «muchísimo orgullo»; igual que el que le acredita como «Pastor Mayor» de Luna, donde hay una calle que lleva su nombre. A Quirós le gusta ser considerado «un hombre de pueblo». Campechano, aficionado a la caza y la pesca -actividades a las que piensa dedicar ahora más tiempo, junto a los paseos y la lectura-, tararea algunas estrofas de La taberna del Buda, que sus amigos los Quijano le dedicaron: «Y hay un decano también, y un abogado también,/y un policía rodeado de ladrones,/y una princesa y una portuguesa...». No tiene claro aún si continuará como magistrado emérito; en todo caso, con menor ritmo de trabajo. Lleva más de 42 años de ejercicio profesional. Su periplo es largo, desde que en 1962 ingresó en la carrera judicial. Hijo de una familia de pastores de Láncara de Luna, un pueblo engullido por las aguas del pantano, está casado y tiene cuatro hijos. Su primer destino fue Potes. Quirós es de esa clase de hombres que dejan huella. Lo saben bien en Cistierna, Tarrasa, Trujillo, Oviedo, Zamora o Burgos, por citar sólo algunos de sus destinos. Pero es aquí, en León, donde es una auténtica «institución»...

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