Diario de León
Publicado por
Antonio Núñez
León

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LA MODORRA, según los tratados de medicina popular, es un estado de aletargamiento propio del verano que puede derivar en calentura de la sesera si uno no se protege por lo menos con el botijo y un pañuelo anudado a la cabeza: las dos recomendaciones que les hacía Alfonso Guerra a los gobernadores civiles de la época cuando el PSOE ganó las primeras elecciones en 1982 y muchos socialistas querían tirarse a la bartola en las doradas playas del poder que luego aprovecharía Gil y Gil para hacer Marbella y, de paso, a él mismo de oro. Bueno, pues se nota bastante que ya no manda Alfonso Guerra. La nueva ministra de Fomento, Magdalena Álvarez, está sembrando de calenturas media geografía nacional y eso que sólo lleva una primavera en el Gobierno. En apenas un par de meses ha amodorrado el proyecto ferroviario del Ave de Valladolid a León y el de León a Galicia, vía Ponferrada; la autopista Valladolid-León, o viceversa, tanto monta, monta tanto; el túnel de la variante de Pajares, cuyas obras deberán ser readjudicadas; y el otro día los embalses de los ríos Eria y Duerna, que, al parecer, tampoco son ya prioritarios. A punto de hacer las maletas en vacaciones las prioridades para viajar en tren o por carretera las conocemos de sobra los veraneantes de dos patas y, en cuanto a los embalses, la ministra puede encuestar a las truchas aprovechando que ahora se seca el río. Aseguran también algunos clásicos que el enamoramiento es un estado de imbecilidad transitorio, lo que explicaría el arrobo con que está esperando la provincia el Consejo de Ministros que Zapatero piensa celebrar aquí a finales de este mes. La modorra de la ministra Magdalena, que tiene nombre de peaje de autopista de Asturias, es mala, pero aún peor serían los delirios de un golpe de calor con el Gobierno en pleno: estudios de viabilidad para la tira de inversiones, de impacto medioambiental, de financiación, borradores de proyectos, anteproyectos, proyectos propiamente dichos, plazos de licitación, adjudicaciones, primeras piedras, vuelta a licitar (como en el Ave y la variante de Pajares), etcétera, total la tira para nada. Si no se nos hubiera amodorrado la ministra Magdalena, ya llevaríamos andado la mitad del camino o más. Dicen que el esperado Consejo de Ministros en León puede despertar a la provincia de su histórica modorra socioeconómica, lo cual sería bueno, si bien no se diga aún nada lo que puede tardar en desperezarse Magdalena, que es la que tiene la llave de la caja fuerte de las inversiones públicas. Y luego esperar a que termine de afeitarse y de afeitar el presupuesto de los proyectos el ministro de Economía, señor Solbes, el cual, a su vez, tiene fama de afeitar un huevo en el aire, euro a euro, a todos sus colegas de gabinete. Lo único que está claro es que servidor se larga de vacaciones por las autopistas que hizo Cascos, algunas de las cuales tienen un peaje muy bestia, como él y no podía ser menos, y que a la vuelta no regresará ni en el Ave ni gratis por autovía. A los que somos perros viejos y no vamos a cumplir ya los cincuenta -porque quedaron atrás, aunque parezcan aún a la carreiriña de un can, como dicen los gallegos y qué le vamos a hacer-de todos los proyectos del partido del Gobierno sólo uno nos ha parecido serio estos días: el Ayuntamiento de San Andrés del Rabanedo, presidido por el socialista Miguel Martínez, también secretario provincial del PSOE, va a desarrollar en verano un «programa de risoterapia para los mayores», basado, al parecer, en que la risa y el buen humor mejoran la calidad de vida de los ancianos. Según estudios científicos, el barrio del Crucero, por ejemplo, tiene el mayor índice de jubilados que no piensan morirse hasta que se suprima el paso a nivel, aunque a más de uno ha habido que darle oxígeno entre carcajada y carcajada y otros querían sacarse la dentadura postiza y hacérsela tragar al alcalde. O a la ministra Magdalena, que dijo el martes a micrófono cerrado en las Cortes -eso creía ella- lo de «estoy harta del Plan Galicia de mierda». Falta aire este verano y casi se adivina ya el regreso. «Volvemos de Cudillero en tren por la variante de Pajares en vez de subir la cuesta, el coche que vaya por Seur, repostamos en Casa Ezequiel, el de Villamanín, y por la segunda fase de la ronda sur nos plantamos en casa en dos minutos, aunque, si quieres, paramos a comprar la pescadilla para la cena en Continente, chati», tenía proyectado decirle a mi mujer mientras elaboraba el plan de ruta como Bush en Oriente Medio e Irak. «Macho», me contestó, «una cosa es que esto sea una locura y otra que veas espejismos». Así que en casa hemos suprimido las magdalenas del desayuno y ya ni leemos el Boletín Oficial.

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