Truchas y trapos sucios

Una estampa desoladora Decenas de camisetas, jerseys, pantalones, pañuelos, y todo tipo de prendas textiles roídas, ajadas, deterioradas, estropeadas o gastadas por el uso y el paso del tiempo, decoran, desde hace más de dos meses, el paisaje de la calle Principal de la localidad leonesa de Oteruelo de la Valdoncina. La estampa es desoladora. Las prendas están esparcidas por el arcén de la vía principal sin que nadie haga nada por remediarlo, en un municipio que a pesar de estar situado a dos kilómetros de la capital, carece de una buena red de comunicaciones, de infraestructuras y de un buen servicio de limpieza que limita sus actuaciones a una vez por semana. La situación se remonta al 2002, año en que la ya extinguida Concejalía de Bienestar Social del Ayuntamiento de León firmó un convenio para la recogida de ropa usada con la ONG Humana, en el que la empresa se comprometía a correr con todos los gastos de instalación de los contenedores metálicos, su limpieza y mantenimiento con una regularidad trimestral. En agosto del año pasado, el Ayuntamiento suspendió el contrato con Humana por un presunto fraude en el destino de las prendas textiles y su posible relación con una secta de origen escocés. Un año después, muchos de los contenedores mantienen sus ubicación inicial, entre ellos el situado en Oteruelo de la Valdoncina, que además presenta una imagen dantesca y vergonzosa para la localidad. 1397124194 Hazaña en el Esla Llevaba hora y media más pendiente de un perro abandonado o perdido que de su caña. José Ángel López, procedente de Algadefe de La Vega, estaba ya algo desanimado debido a que no había conseguido pescar nada en toda la mañana. De repente sintió una gran revuelta en una parte del río cercana a un árbol y allí probó suerte. La segunda tirada le pilló de sorpresa, sintió un fuerte tirón y comenzó la lucha por sacar el animal del agua. Al principio no le resultó difícil aunque tuvo alguna complicación con la sacadera pero gracias a la corriente y un buen trabajo se hizo con una trucha de exactamente 4,050 kilos de peso. La hazaña tuvo lugar en el río Esla a su paso por el Coto Gradefes el pasado domingo a las once y media de la mañana. Y el instrumento utilizado fue una cucharilla color cobre. A los diez minutos llegó un chico de La Bañeza y varios guardas que midieron la pieza y se quedaron también impresionados con el tamaño. A José Ángel le mueve una gran afición por la pesca «desde que tengo uso de razón». Desde hace quince años, lleva dedicándose a la trucha. Empezó en el Torío pero allí nunca encontraba ninguna mayor de un kilo. Actualmente suele trasladarse, cuando su trabajo lo permite, hasta el Porma sobre todo por cercanía pero frecuenta también el Esla. «Muchos son los que dicen que en el Esla nunca se encuentran truchas y con este ejemplar me gustaría desmentirlo», así se manifestaba José Ángel para animar a todos los que comparten su afición a acercarse hasta allí donde confesó, que el mismo día se le habían escapado otras dos de un tamaño considerable.