Diario de León

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AHORA LA RISA va por el agua. Al río le acaba llegando todo, incluso lo que se escupe en un cuesto y la lluvia arrastra. Ahí va la risa macabra. En los ríos ingleses (especialmente el Támesis tras lavar el culo a la ciudad de Londres) se ha detectado en los peces componentes químicos del prozac, pastillas de moda en las sociedades urbanas que están de los cuetes y no paran de tomar antidepresivos y jarabe de talón de psiquiatra. ¡Peces con prozac! Admirable. Ya sabes que también en las truchas hallaron restos de anticonceptivos humanos, anavulatorio sobrante que el cuerpo elimina y mea para que lo beban los peces que brincan y bailan en el río dejando a los machos reproductores como pueri castrati, sin esperma. Pero lo del prozac es un rapto de modernidad en el enguarramiento fluvial. Les vendrá bien chutarse un trago de farmacia, hartos como están de tanta depresión envolvente. La despreocupación y la flojera que proporciona esta pastilla les viene a huevo para ver el drama y la agonía más relajadamente, de otra manera, porque ese pez, viendo lo que tiene que ver, asqueado de ser escabeche de cloaca, saltaría a la orilla y le pediría al sol que le mate de una vez con una estocada de fuego y sed. Ese pez que bebe infusión de prozac en el Támesis sólo imita al hombre que le desgobierna, ese tío de corbata y tics que jala pastillas para poder seguir al día siguiente pillando y amontonando, expoliando. Es el hombre inconsciente. Es el hombre que fue a la farmacia buscando remedio a una diarrea bestial que le estrangulaba la tripa con retortijones y esfínteres engatillados. Sólo estaba el mancebo, que equivocó el fármaco y le endosó un tranquilizante brutal. Llega el farmacéuitico y le pregunta al chaval qué tenía el cliente y qué le dio. Advertido del imperdonable error, salió inmediatamente tras él y lo alcanzó veinte pasos más allá sentado en la acera contra la pared, derrengado y espatarrado, con expresión beatífica en el rostro. Buen hombre, ¿se ha tomado usted las pastillas?... Pues sí. ¿Y qué tal se encuentra?... Levantando los ojos con parsimonia le contestó, «pues mire usted lo que son las cosas; ¡tó cagao... pero más tranquiiiilo»... Sedados con lo que tragamos y consumimos, los hombres y este tiempo de hoy también estamos tós cagaos... ¡Pero más tranquilos...!

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